Tras haber estudiado la magnífica Inmaculada de Luis Tristán
de la Iglesia de San Julián de Santa Olalla,
fechada en torno a 1621, y su versión algo más pequeña perteneciente a una colección
particular,
quiero en este nuevo artículo estudiar la Inmaculada de Tristán que se conserva
en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Pese a sus evidentes diferencias, la versión
sevillana, es la más similar en medidas y composición al lienzo de Santa Olalla.
La obra que queremos estudiar habitualmente se encuentra en
los almacenes del museo sevillano, pero con motivo del cuarto centenario de la
muerte de Luis Tristán la obra ha sido restaurada y expuesta en 2025 junto a
otras cuatro obras del pintor toledano procedentes de sus propias colecciones. Se
trata de los todos de San Luis obispo de Tolosa, San Antonio de Padua, San
Bernardino de Siena y San Diego de Alcalá, originarios del convento sevillano
de San Buenaventura.
El pintor Luis Tristán (Toledo, 1585 - Ídem, 1624), fue el
discípulo más destacado de El Greco, Domenico Theotocopouli (Candía, 1541 – Toledo,
1614), y mantuvo una larga amistad con su hijo Jorge Manuel Theotocopouli (Toledo,
1578 - Ídem, 1631), cuyo retrato firmado por el maestro cretense es una de las
joyas del Bellas Artes de Sevilla. Tras morir su maestro se convirtió en el
pintor más afamado de su ciudad.
Tristán visitó Sevilla según se desprende de sus anotaciones
en un ejemplar del libro de las 'Vidas' de Vasari, (Las vidas de los más
excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos; en italiano: Le vite
de' più eccellenti pittori, scultori e architettori), que fue de su propiedad
tras haber pertenecido al Greco. Esta posible estancia facilitaría la llegada de
sus obras en la capital hispalense, donde se conservan algunas de ellas, como
La Trinidad, firmada en 1624, en la catedral. Los cuatro lienzos circulares -tondos-
ya mencionados procedentes del convento de san Buenaventura. Discípulo suyo fue
el pintor de bodegones Pedro de Camprobín (Almagro, 1605 - Sevilla, 1674) conocido
miembro de la escuela sevillana.
La expresividad de sus figuras, su pincelada decidida y el
vivo colorido al que recurre nos recuerdan a la obra de su maestro. En su
estilo también influyen las novedades de Italia, donde triunfaba el naturalismo
tenebrista, conocido por el artista durante su estancia en aquel país. La
presencia de obras y pintores italianos que, al inicio del siglo XVII, llegaron
a España contribuyeron a reforzar este rasgo.
La Inmaculada Concepción está considerada una de sus
representaciones marianas más relevantes. La Inmaculada de Tristán del Museo de
Bellas Artes de Sevilla tiene una procedencia desconocida y sabemos que ingresó
en el Museo en 1960 gracias al legado testamentario de Juan de la Cámara
Urzáiz.
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Inmaculada de Tristán Museo de Bellas Artes de Sevilla Antes de su restauración |
El proceso de restauración de la Inmaculada ha permitido
recuperar el vibrante colorido original de la pintura, en gran parte oscurecida
por la oxidación de los barnices superficiales. La limpieza ha dejado de nuevo
al descubierto la cuidada luz dorada que envuelve a la Virgen, en la que el
vistoso color carmín de la túnica resalta especialmente. Durante el estudio
técnico-científico de la obra, mediante rayos X y análisis estratigráficos de
pigmentos, han aparecido interesantes evidencias de la presencia de figuras
orantes en la parte inferior derecha de la composición cubiertas en la
actualidad por un repinte antiguo de un templete y vegetación que imita el
paisaje del lado opuesto.
La Virgen aparece de pie, en actitud orante, con la mirada
hacia el cielo, coronada por estrellas, con el pelo suelto y ondulado sobre sus
hombros, se apoya sobre una media luna. Su postura anatómica, que
aparece resuelta en vertical con suaves ondulaciones en su perfil, debido a la
sinuosidad del manto que la envuelve. En su túnica roja y manto azul, aparecen
pliegues entre los cuales el artista ha dispuesto espacios en sombras que,
contrapuestos a otros plenos de luz, señalan un intenso movimiento expresivo en
su disposición corporal.
La imagen de la Virgen aparece rodeada de nubes que se abren
de forma ovalada, dejando tras de la Inmaculada una luz dorada y celestial.
Entre las nubes ángeles y multitud de querubines, todos dirigen su mirada a
María en señal de adoración, los dos más grandes representados de media figura
vestidos de verde, tienen sus alas desplegadas y sus manos en posición orante.
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Detalle del rostro |
A sus pies un paisaje en el que se colocan con cierta
verosimilitud numerosos atributos de las letanías. Estos elementos simbólicos
son: la puerta, la palmera, el árbol, el ciprés, la torre, la ciudad, la
fuente, la serpiente (no es un símbolo de las letanías, sino de la victoria
sobre el pecado), las rosas, las azucenas, el pozo, el espejo, el barco, el
monte, y el templo.
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Detalle de un ángel |
Estos elementos se concentran en el lado izquierdo del
cuadro, ya que según hemos dicho la reciente restauración ha permitido
descubrir que el lado derecho estaba ocupado las figuras de dos donantes, en posición
orante, cubiertas en la actualidad por un repinte antiguo de un templete circular
de estilo clasicista y vegetación que imita el paisaje del lado opuesto.
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San Antonio de Padua - Luis Tristán |
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San Bernardino de Siena - Luis Tristán |
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San Diego de Alcalá - Luis Tristán |
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San Luis de Tolosa - Luis Tristán |