jueves, 29 de abril de 2021

Romance a la Virgen de la Piedad en medio de esta pandemia

Quiero dar las gracias al gran poeta madrileño Guillermo Arroniz Lopez. Ayer tuve la fortuna de recitar en la novena de la Virgen de la Piedad de Santa Olalla un precioso poema suyo.  

Cuando le comente mi idea, siempre pensé que me diría que no, pero todo lo contrario, se puso manos a la obra con la destreza y sabiduría que le caracteriza. He de decir que ha sabido recoger como nadie cada una de mis indicaciones, cada uno de los detalles de nuestra Patrona que yo quería resaltar, el poema en forma de romance o de “pregón andaluz” recoge los títulos de la Virgen de la Piedad (Patrona, Señora, Reina, Alcaldesa y Madre), es a la vez un retrato de la devoción de Santa Olalla y un reflejo de estos momentos de pandemia.

Comparto el texto íntegro que leí ayer: 


Ofrenda del Ayuntamiento de Santa Olalla - 2021

El año pasado comenzábamos en el Ayuntamiento una nueva andadura; pero ni el alcalde, ni este equipo de gobierno, con sus nuevos concejales, pudimos presentarnos ante ti, Virgen de la Piedad, como viene siendo tradicional. Al fin, este año podemos venir para hacerte una pequeña ofrenda y una oración. 

La ofrenda es el sello de Santa Olalla para el Camino Real de Guadalupe, con tu imagen se sellaran todas las credenciales de aquellos peregrinos, senderistas y ciclistas que pasen por el camino. Una copia de este sello de caucho estará en la oficina de registro del Ayuntamiento y otra queremos que este en la parroquia.

Y tras un año sin poderte decir nada, la oración debe ser especial, espero que estos versos recojan nuestros sentimientos.

Señora de la Piedad,

Patrona de Santa Olalla,

manto azul con sus estrellas,

y anaranjada la saya,

la tristeza de tu rostro

la envuelve una toca blanca.

Sobre tu manto otro manto

de rica tela encarnada:

la devoción de tu pueblo

procesiona en él bordada.

Tus manos cogen Su cuerpo,

lo acaricia tu mirada.

Con qué dulzura sostienes

Su figura ensangrentada,

en tus piernas yace el Cristo

y Su carne castigada.

Con dolor inigualable

y piedad inmaculada

recibes al Hijo Santo,

Madre amantísima y santa.

A los santaolalleros

que te rinden sus plegarias

guárdalos que tu Piedad

nada podría agotarla.

Guárdalos pues bien te llaman

Patrona de Santa Olalla.

*

Coronada de Toledo,

siempre has sido y serás Reina,

en esta villa eulaliense

no habrá quien esto no sepa.

Cuando sales a las calles,

acto central de las fiestas,

cuando sales a las calles,

en la hermosa primavera,

cuando sales a las calles

al terminar la novena,

cuando sales a las calles

tus damas de compañeras,

cuando sales a las calles...

vienen de dentro y de fuera

para acompañarte fieles

y rendirse a tu grandeza,

Majestad entronizada

de infinita realeza.

Será ya el segundo año

que tu procesión no sea,

que al pueblo tus dulces ojos

lo miren desde la iglesia.

Pues no podemos reunirnos

para seguirte de cerca

por las calles adornadas

arropando tu tristeza.

*

Oh, Señora de esta Villa,

acá te trajo un arriero,

dicen que de Andalucía,

¡largo camino por cierto!,

pues has venido a quedarte

a este rincón de Toledo,

la Villa de Santa Olalla,

el pueblo santaolallero

que en su corazón te tiene,

como en camarín perpetuo,

con columnas salomónicas,

y en ellas siempre creciendo

las vides, símbolo dulce,

de la sangre del Cordero...

Sobre las triples columnas

dos angelitos pequeños

y ese arco plateado,

ráfaga resplandeciendo,

donde cuelgan las campanas

de timbre de terciopelo.

Tras de ti blanca vidriera

que representa al madero,

y que deja entrar al sol

para besarte el primero.

Así es el camarín

del corazón de este pueblo

que late con su Señora

que nos guarda desde el cielo.

*

Sois Alcaldesa Perpetua.

¡No podrá haberla mejor!

Vuestro gobierno sin duda

será de Piedad y Amor.

En el siglo diecisiete,

de gran acento español,

os han esculpido en la piedra

para resistir al sol,

al tiempo, y a la tormenta.

Ayer y mañana y hoy.

Pero ante el hombre y sus guerras

la caliza al fin cedió

y se perdió la cabeza

de incalculable valor.

Benlliure os ha dado rostro

para nuestra devoción.

No hay alcaldesa tan bella,

no puede haber parangón.

Iluminad el gobierno

de este cristiano rincón

con las cosas que sabéis

guardar en el corazón,

que el cercano ayuntamiento

tenga vuestra protección

para encontrar el camino

y seguir al Buen Pastor

que por los suyos se ofrece

y es verdad y dirección.

*

Madre sois, Madre del cielo,

¡y de los santaolalleros!

Vuestra es la misericordia,

Vuestro es el seno materno...

Vos que tenéis el dolor

de acoger Su cuerpo muerto,

con la boca entreabierta

aún por todos pidiendo;

Vos que tenéis la tristeza

atravesada en el pecho

aunque no esculpió puñal

el artista que os ha hecho;

Vos que sabéis de la pérdida

y el sufrimiento supremo,

tened piedad de nosotros

y de los que se nos fueron,

tened piedad de nosotros

y libradnos de los miedos,

las miserias, las angustias,

de este pandémico encierro.

Interceded por nosotros

ante nuestro Padre Eterno,

y por las almas de aquéllos

que de este mundo partieron.

Acompañadlos, Señora,

que muchos se fueron sedientos

de fraternal compañía

en el último momento.

Vos que estabais a los pies

de aquel sangriento madero,

que recogisteis al Hijo

después del descendimiento,

mostrándonos vuestro dolor,

vuestro virginal lamento,

acompañadnos, Señora.

¡Oh, Señora, protegednos!

domingo, 25 de abril de 2021

Felipe III enfermo en Santa Olalla (Fiebres de Felipe III a su retorno de Portugal en 1619)

 


Recogemos en este artículo la estancia en la villa de Santa Olalla del rey Felipe III (Madrid, 1578 - Ibídem, 1621), apodado el Piadoso. Fue el primero de los llamados Austrias menores y reinó en España desde 1598 hasta su muerte, el 31 de marzo de 1621.

En el otoño de 1619 el rey acudía a Portugal en viaje de estado con su familia y sequito, para que las cortes lusas juraran a su hijo el príncipe Felipe, futuro Felipe IV, como heredero.[1] Acontecimiento que marca uno de los puntos culminantes de la monarquía española y que en nada presagia su próximo desmoronamiento.

El trayecto de vuelta lo hizo el sequito por Badajoz, Mérida, Trujillo y Guadalupe, donde el rey rezó ante la imagen de la Virgen. Prosiguió su camino por la Carretera Real de Madrid a Extremadura, lo que hoy sería la Carretera de Extremadura, pero el monarca se sintió indispuesto. Las primeras fiebres le sorprendieron en Talavera de la Reina, pero la comitiva decidió proseguir hasta Santa Olalla.[2] Achacaron la enfermedad a “haber comido unas empanadas frías”.

El jueves 7 de noviembre de 1619 están en Santa Olalla, donde los seis médicos que acompañaban al rey certificaron un empeoramiento de su salud, una subida de la fiebre: “más calentura, vómitos y descompostura de vientre”,[3] hasta el punto de ordenar detener momentáneamente la marcha.

Los médicos constatan la gravedad de Felipe III y creen que, en ese estado, no llegaría vivo a Madrid, por lo que a toda prisa buscan por los alrededores un sitio adecuado, y consideran que lo más conveniente es llegar cuanto antes a Casarrubios del Monte, a unos 45 kilómetros de distancia de Santa Olalla.

El 8 de noviembre de 1619 el sequito real irrumpía en Casarrubios del Monte instalándose el rey en el palacio del Conde de Casarrubios.[4] El estado del rey levantó la alarma y tuvo que permanecer en Casarrubios hasta primeros de diciembre. Desde la villa de Madrid se llevaron incluso las reliquias de San Isidro para dejarlas en el aposento junto al monarca y que le ayudasen a recuperarse. El caso es que empezó a mejorar y pudo volver a Madrid el 4 de diciembre.

El rey no terminó de restablecerse del todo, pues continuaron de manera esporádica las fiebres y los vómitos. Debilitado físicamente, un año y medio después de su enfermedad la salud del rey se volvió a agravar, falleciendo el 31 de marzo de 1621.

Aunque su reinado pasará a la historia como el comienzo del declive del imperio español, durante los años de Felipe III España vivió una auténtica explosión cultural el conocido como Siglo de Oro, donde resonaron nombres como Cervantes o el Greco, pasando por Lope de Vega, Quevedo o Velázquez.



[1] BAPTISTA LABANHA, João: La Jornada Real de Felipe III a Portugal en 1619, (Agencia Estatal del Boletín Oficial del Estado. Madrid, 2016).

[2] PÉREZ BUSTAMENTE, Ciriaco: Felipe III, semblanza de un monarca y perfiles de una privanza, discurso. (Real Academia de la Historia. Madrid, 1950). Pág. 109.

[3] LEÓN PINELO, Antonio de: Anales de Madrid, reinado de Felipe III años 1598-1621, (Imprenta Estanislao Maestre. Madrid, 1931). Pág. 474.

[4] El historiador casarrubiero don Fausto Jesús Arroyo López ha estudiado de manera minuciosa la estancia del monarca en Casarrubios del Monte, a través de los documentos del cura de su municipio.

domingo, 18 de abril de 2021

500 reclutas del Conde de Orgaz, un impreso propagandístico de 1792

Recuperamos este curioso documento impreso, se trata de un ofrecimiento, por parte del Conde de Orgaz y del Castrillo, de un reclutamiento de hasta 500 hombres. 

Está fechado en Madrid el 26 de enero de 1792, en él hace este ofrecimiento al rey Carlos IV “deseoso de aumentar su mérito” y especifica las condiciones en trece capítulos. 

Esta autorización de reclutamiento fue aprobada por el rey en Aranjuez el 6 de febrero de 1792, que hace algunas adiciones al margen en determinados puntos. El reclutamiento se enmarca dentro de los convulsos años que para toda Europa supuso la Revolución Francesa (1789-1799).

El documento impreso es una copia transcrita del original que debió ser manuscrito y se debió imprimir y reproducir para poder difundir esta autorización en los lugares de reclutamiento.




domingo, 11 de abril de 2021

San Juan y San José, dos tallas de la Iglesia de San Julián de Santa Olalla

            El presbiterio de la iglesia de San Julián de Santa Olalla, tiene en sus muros laterales dos pequeñas hornacinas, sencillas, que dan cabida a las imágenes de San Juan Bautista y San José con el Niño.

 En primer lugar la imagen de San Juan Bautista, una talla de madera policromada del siglo XVII. Representa al santo precursor de Cristo ajustándose a su iconografía tradicional; está vestido con una túnica corta de piel de camello y sobre ella un manto rojo y verde con una fina puntilla estofada de pan de oro; tanto la túnica como el manto están anudados en la cintura con una cinta verde.

San Juan Bautista


Con su mano derecha sostiene una vara terminada en cruz, de la que cuelga una filacteria, de tela moderna, en la que se puede leer “Ecce Agnus Dei” (Este es el Cordero de Dios). En su mano izquierda un libro cerrado y sentado sobre este un pequeño cordero que alude a Cristo.

Es muy probable que esta pequeña imagen proceda del desaparecido convento de San Juan Bautista, por su tamaño sería una imagen ideal para las procesiones internas de los frailes.  

Durante la Guerra Civil, en el verano 1936, sufrió destrozos que la apuntaron la cabeza y extremidades, como demuestra una fotografía que conservamos[1]; la imagen fue recompuesta posteriormente y posiblemente uno de los brazos se adaptara de otra imagen.

Imagen de San Juan desmembrada, 1936
Biblioteca Nacional de España (BNE)


En segundo lugar la imagen de San José con el Niño, también una talla de pequeño tamaño del siglo XVII. San José aparece de pie en actitud de acariciar la cabeza del Niño Jesús que está a su derecha también de pie. El padre de Jesús en la tierra, aparece vestido con una túnica verde y un manto marrón con puntilla estofada de pan de oro. Con la mano izquierda sostiene la vara en la que tradicionalmente se coloca un ramillete de azucenas florecidas; la derecha, como hemos dicho, la acerca en actitud cariñosa a la cabeza del Niño Jesús, en su papel de protector y conductor.  

San José con el Niño

El Nino Jesús es una graciosa imagen articulada y vestidera, en línea con los famosos Niños Jesús barrocos de estilo montañesino.

Detalle del Niño Jesús


Por los detalles de su descripción no se corresponde con la imagen de San José que donó al convento de San Juan Bautista el obispo de Segovia don Baltasar de Mendoza y Gómez de Sandoval, hijo de los condes de Orgaz y señores de Santa Olalla. Fray Alejo de Ciudad Real, guardián del convento, la recuerda así: “Tiene esta iglesia [conventual] a la parte que mira al medio día y entrando por su capilla mayor, una capilla bastante capaz y muy bien adornada, en la que está colocada una imagen de San Joseph en una urna pequeña, pero de las más perfectas y agradables que puede sacar el arte; está en acción de sujetar al Niño Dios, pero con acción tan viva y tan propia que parece que está riendo; fue la dicha que hizo a este convento don Baltasar de Mendoza, obispo que fue de Segovia de la casa de los Condes de Orgaz”.[2]



[1] Biblioteca Nacional de España: Iglesias e imágenes religiosas destruidas. Santa Olalla (Toledo). Material gráfico, Delegación del Estado para Prensa y Propaganda. 1936. GC-CARP/145/5.

[2] Biblioteca Nacional de España: Descripción de Santa Olalla (Toledo) y alrededores hecha por Fray Alejo de Ciudad Real. (Santa Olalla, 1789). MSS/7306 (H.357-361) 1000903135.