Hemos escrito en varias ocasiones sobre las referencias a nuestro pueblo en libros de viajes y estudios de geógrafos y cartógrafos muy comunes durante el siglo XVIII.
En este artículo vamos a estudiar los textos que sobre Santa Olalla nos dejó el más célebre de todos ellos, el geógrafo y cartógrafo español del período ilustrado Tomás López de Vargas Machuca (Madrid, 1730 – Madrid, 1802).
En 1766 Tomas López recibía autorización para dirigirse oficialmente a los obispos y párrocos enviándoles un cuestionario que él llama “interrogatorio” con quince preguntas solicitando los datos más relevantes de cada circunscripción.
Detalle
del Mapa de la provincia de Toledo de Tomas López
Año
1768
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Las respuestas de Santa Olalla fueron remitidas a Tomas López en 1787, y dicen así:
Santa Olalla – Esta villa es del Señorío propio del Ilmo. Señor Conde Orgaz y se compone de doscientos y cincuenta vecinos, tiene dos parroquias, cuyos titulares son San Julián y San Pedro.
Dista esta villa de la Ciudad de Toledo seis leguas. Tiene por confirmantes y la rodean a igual distancia de una legua las villas de Alcabón, Carriches, Domingo Pérez, El Otero, Techada, El Casar, Valverde, Hormigos, Maqueda y Val de Santo Domingo.
Cerca de esta villa, un arroyuelo muy mediano (pero aunque en corta cantidad permanente) a la derecha del pueblo agua abajo, sus aguas nacen a doscientos pasos de él, en el sitio de la Fuente del Rey y caen en el río Alberche.
En la jurisdicción de este pueblo no hay más arboledas que las de olivas, cuya planta es de reconocido aprecio, a cuyo fruto propio de este terreno se junta el que produce la agricultura recogerán por un quinquenio cada un año, tres mil arrobas de aceite, seis mil fanegas de trigo y a proporción cebada y demás semillas.
Tiene esta villa un convento de Padres Descalzos de San Francisco.
Es perseguido este pueblo de terciarias en todo el tiempo, lo que se atribuye a las humedades del terreno y a la corrupción de las aguas estancadas en el mencionado arroyo. El número de muertos se puede regular en cada censo en sesenta y el de nacidos en cuarenta.
Esta referencia a las fiebres terciarias que se cebaban con la población de Santa Olalla es muy similar, repitiéndose incluso las cantidades totales de nacidos y fallecidos, a la que pocos años antes en 1782 se había hecho para las relaciones del Cardenal Lorenzana: "Santa Olalla es un pueblo afectado de terciarias en todo tiempo. Se atribuyen a las humedades del terreno muy bajo, y de un arroyo con aguas estancadas. Sus vapores producen tan malignos aires que regularmente solo se curan por medio de sangrías y administración de quinas. En función de tan funestas fiebres, se puede graduar el número de muertos en cada año por treinta, en lo respectivo a cada iglesia, y el de nacidos en veinte”. Y que parecen basadas en la respuesta que aporta uno de los párrocos de Santa Olalla en 1773: "por la parte norte un arroyo bordea los muros de la villa, que es llana y agradable. Pero más apacible seria si sus aguas no estuvieran estancadas, en forma de balsas corrompidas y tupidas nieblas, que hacen del pueblo uno de los más afectados por las fiebres terciarias. Esto motiva que muchos monjes del convento de Franciscanos emigren a otros o soliciten les sea asignado otro para recuperar la salud perdida, aunque muchos mueren fuera de él por males contraídos en la villa".
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