martes, 21 de julio de 2020

Arrocaiques, un bollo rico con un nombre único

Todavía se siguen elaborando y vendiendo con éxito en las panaderías de Santa Olalla los arrocaiques, que son unos bollos planos y finos elaborados a partir de la masa del pan a la que se le añade aceite, azúcar y anises.

Dando la receta todos conocemos este dulce, sin necesidad de ser de Santa Olalla o de la comarca, y es que lo más exclusivo de este bollo no es precisamente su receta, sino su nombre. Se trata de un localismo, desgraciadamente casi en desuso, muy probablemente “arrocaique” es una denominación de origen árabe.

Sirva esta exclusividad nuestra, solo he oído hablar de arrocaiques en Santa Olalla y en El Carpio de Tajo, para aportar en este artículo otros nombres más comunes de postres y dulces arraigados en la gastronomía de nuestro pueblo. 

Si bien los Arrocaiques se elaboran durante todo el año, la mayoría de los dulces típicos están ligados a una festividad o época del año concreta. En Navidad se elabora la sopa de almendras a base de almendras y pasta de mazapán. En Semana Santa las torrijas. En las fiestas de la Virgen de la Piedad de elaboraban las rosquillas de la Virgen. En las primeras semanas del otoño se recogen los membrillos y se prepara la carne de membrillo, únicamente con la pulpa de este fruto y azúcar en partes iguales. Para la fiesta de Todos los Santos destacaremos dos postres sobrios, el potaje de castañas y las puches, que son la variante dulce de las gachas.


viernes, 17 de julio de 2020

Renovación del Voto al Cristo de la Caridad en Santa Olalla

En este año 2020 en el que España y todo el mundo se encuentra tratando de superar una pandemia de coronavirus. En nuestro pueblo recordamos la tradición en torno al Cristo de la Caridad, transmitida por nuestros mayores y que también recogieron las crónicas de la época.

En 1598 la peste bubónica asoló España, desde principios de año se registraron casos en Santa Olalla y en nuestra comarca, incluso en la puertas de la ciudad de Toledo se colocó una tablilla prohibiendo la entrada de los vecinos de los pueblos afectados, aunque de poco sirvió pues también se infectó.

La peste había entrado por las pulgas de las ratas que llegaron al puerto de Valencia en una mercancía de tejidos y mantas. Santa Olalla tenía en aquel tiempo tres parroquias y aunque de esa época solo se conservan los libros de defunciones de esta iglesia de San Julián, las estimaciones indican que fallecieron casi seiscientas personas. La costumbre era enterrar dentro de las iglesias y el suelo de las tres iglesias quedo colapsado, especialmente sucedió así en la iglesia de San Miguel que desde aquel momento quedo marcada como lugar infecto y fue abandonada por sus feligreses.

Después de tanto sufrimiento, después de tan dura prueba, los santaolalleros se pusieron bajo la protección de un Cristo que estaba recién llegado de México y que había sido donado por un emigrante a la Cofradía de la Santa Caridad.

Tradición, leyenda y milagro o simplemente la fe de un pueblo que se puso bajo la protección del Cristo de la Caridad. Aquel verano la peste se detuvo y los rebrotes que se produjeron al año siguiente no tuvieron incidencia en Santa Olalla.

En aquel momento se hizo el conocido como “Voto al Cristo de la Caridad”: los Condes de Orgaz; el concejo de la villa, alcalde y regidores; clero de las tres parroquias y del convento franciscano, consagraron solemnemente esta villa de Santa Olalla al Cristo de la Caridad y le nombraron su patrón, convirtiendo la antigua fiesta del Triunfo de la Cruz, que había nacido en 1212 por la batalla de las Navas de Tolosa, en la Fiesta del Cristo de la Caridad.

Solo en otra ocasión en 1885 durante una epidemia de cólera en la que murieron 45 santaolalleros se renovó el voto. Aunque no se hizo de manera directa sino que el concejo de Santa Olalla se unió al voto realizado en La Puebla de Montalbán.

Hoy ante similares calamidades, Santa Olalla renueva su voto, su consagración al Cristo de la Caridad como patrón de esta villa y protector de la salud de sus vecinos.

Renueva el voto, en nombre de todos nosotros, nuestro alcalde don Pedro Congosto Sánchez.



Santísimo Cristo de la Caridad, rendidos a tus plantas, te consagramos solemnemente esta Villa de Santa Olalla.
Te consagramos las hermosas almas de los niños que la habitan y de los que nazcan y vivan a la sombra de tu venerada imagen. Te consagramos y dedicamos los corazones de nuestros mayores, transmisores de la fe que te profesamos. Te consagramos las almas de los vecinos y vecinas de este pueblo; nuestra salud, nuestros trabajos y nuestras casas y campos, como supremo hacedor de todo. ¡Santísimo Cristo de la Caridad!
Declaramos y confesamos que nuestros antepasados vieron el milagro que la Divina Providencia realizó cuando la peste de Levante casi despobló nuestra villa en el año 1598, cesando el azote al invocarte como su Patrono; y te ofrecieron el voto de la festividad que desde entonces celebramos en tu honor cada 16 de julio. También en 1885, durante la epidemia de cólera, el concejo de este pueblo se unió a la renovación del voto que La Puebla de Montalbán te hizo.
En este 2020 hemos visto repetidas las calamidades que pasaron nuestros antepasados y volvemos a ponernos bajo tu protección frente a esta pandemia de Coronavirus. Ahora también te invocamos ¡Santísimo Cristo! y nos ponemos al amparo de tu inmensa Caridad.
Igual que aquellos piadosos vecinos que en el siglo XVI establecieron la festividad del 16 de julio en honra tuya, ahora ratificamos y renovamos aquel voto, prometiendo y jurando solemnemente celebrarla con la mayor solemnidad posible, sin que jamás decrezca, procurando aumente de año en año el esplendor de esta fiesta, que es y será siempre de precepto para esta villa.
Santa Olalla no puede demostrarte de otro modo que tu amor, ¡Santísimo Cristo de la Caridad! es su defensa. Lo mismo en los días de amargura y prueba, como en los momentos de prosperidad, ¡Tú serás el Patrono, Tú el amparo, Tú el triunfo de este pueblo!
Mira a esta villa de Santa Olalla como cosa tuya, reina siempre en ella y líbrala de todo mal.
Al pie de tu Santa Cruz, postrados fervientemente, lo suplicamos.
Santa Olalla a 16 de julio de 2020.

domingo, 5 de julio de 2020

Un alfarero en Santa Olalla: Gregorio Sánchez Rodríguez

Tenemos documentada la presencia de un alfarero en Santa Olalla, que durante los trece años de producción que tuvo en nuestro pueblo surtió de cacharros de barro para uso doméstico a la mayoría de las casas santaolalleras, muchas de las piezas antiguas que todavía se conservan, ya como reliquia, fueron salidas de su alfar y horno. Se trata de Gregorio Sánchez Rodríguez (Talavera de la Reina, 24 de diciembre de 1897).[1]

Desde muy joven comienza a trabajar en los alfares talaveranos de  “El Carmen” en la época de Emilio Niveiro y Gil de Rozas, y posteriormente en la fábrica “Juan Ruiz de Luna” en el tiempo de la sociedad de Ruiz de Luna con Guijo y Cía.

Muy pronto dominó el oficio y en Calera y Chozas estuvo ayudando a un alfarero que enfermó. Trabajó como alfarero en La Iglesuela y Los Navalmorales. En Alcaudete de la Jara, siendo todavía soltero, se establece por su cuenta.

Se casó con Rufina Corrales Gracia; nacida, como él, en Talavera de la Reina en 1900. Tuvieron a su primera hija. En 1923 llegó a Santa Olalla, donde se estableció en una vivienda de la calle Alcolea, y allí tendría ocho hijos más.

En los diversos anuarios de industriales aparece alternativamente como cacharrero y como alfarero.

Su alfar estaba situado en el barrio de las Charcas, la tierra la cogía del camino Carriches, quitaban la de tierra de labor y bajaban después unos 50 centímetros. Usaban la misma tierra para los cacharros de agua y para los de fuego. La tierra la dejaba secar en una era y deshacían los terrones con un porrillo; hacían la mezcla con agua en un pilón, se batía con una pala de madera y se pasaba a dos pilas donde se dejaba solar. El barro solado lo pasaban al obrador donde se pisaba y recogía en un rincón, tapándolo con arpilleras.

El horno era abierto y algo enterrado, en la misma línea de todos los de la provincia. En la rueda trabajaba solo él, pero en el resto de tareas contó con la ayuda de su cuñado Alfonso Gil. Algunas vasijas se vidriaban, cociéndolas dos veces, la segunda después de aplicado el esmalte.

Elaboró cántaros de tres capacidades, también traía cántaros de la Puebla de Montalbán para vender, botijos, huchas, comederos, bebederos, nidos para las palomas o zambombas. Y vidriados solían hacer los pucheros, cazuelas, ollas y orzas.

Vendían a los santaolalleros y también a otros cacharreros que distribuían su producción por pueblos como Torrijos, Novés o Escalonilla.

Fue músico por afición y tocó en la banda de Santa Olalla.

En julio de 1936 cuando las tropas de Franco avanzaban por la carretera de Extremadura hacia Santa Olalla, Gregorio y su familia se refugian en Madrid. Terminada la guerra no regresarían a Santa Olalla y se estableció en Los Navalucillos.



[1] PRADILLO MORENO DE LA SANTA, Juan Manuel: Alfareros toledanos, (Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo, 1997).


Cántaro de Santa Olalla
Catalogado por Juan Manuel Pradillo
y que perteneció a su colección