domingo, 5 de julio de 2020

Un alfarero en Santa Olalla: Gregorio Sánchez Rodríguez

Tenemos documentada la presencia de un alfarero en Santa Olalla, que durante los trece años de producción que tuvo en nuestro pueblo surtió de cacharros de barro para uso doméstico a la mayoría de las casas santaolalleras, muchas de las piezas antiguas que todavía se conservan, ya como reliquia, fueron salidas de su alfar y horno. Se trata de Gregorio Sánchez Rodríguez (Talavera de la Reina, 24 de diciembre de 1897).[1]

Desde muy joven comienza a trabajar en los alfares talaveranos de  “El Carmen” en la época de Emilio Niveiro y Gil de Rozas, y posteriormente en la fábrica “Juan Ruiz de Luna” en el tiempo de la sociedad de Ruiz de Luna con Guijo y Cía.

Muy pronto dominó el oficio y en Calera y Chozas estuvo ayudando a un alfarero que enfermó. Trabajó como alfarero en La Iglesuela y Los Navalmorales. En Alcaudete de la Jara, siendo todavía soltero, se establece por su cuenta.

Se casó con Rufina Corrales Gracia; nacida, como él, en Talavera de la Reina en 1900. Tuvieron a su primera hija. En 1923 llegó a Santa Olalla, donde se estableció en una vivienda de la calle Alcolea, y allí tendría ocho hijos más.

En los diversos anuarios de industriales aparece alternativamente como cacharrero y como alfarero.

Su alfar estaba situado en el barrio de las Charcas, la tierra la cogía del camino Carriches, quitaban la de tierra de labor y bajaban después unos 50 centímetros. Usaban la misma tierra para los cacharros de agua y para los de fuego. La tierra la dejaba secar en una era y deshacían los terrones con un porrillo; hacían la mezcla con agua en un pilón, se batía con una pala de madera y se pasaba a dos pilas donde se dejaba solar. El barro solado lo pasaban al obrador donde se pisaba y recogía en un rincón, tapándolo con arpilleras.

El horno era abierto y algo enterrado, en la misma línea de todos los de la provincia. En la rueda trabajaba solo él, pero en el resto de tareas contó con la ayuda de su cuñado Alfonso Gil. Algunas vasijas se vidriaban, cociéndolas dos veces, la segunda después de aplicado el esmalte.

Elaboró cántaros de tres capacidades, también traía cántaros de la Puebla de Montalbán para vender, botijos, huchas, comederos, bebederos, nidos para las palomas o zambombas. Y vidriados solían hacer los pucheros, cazuelas, ollas y orzas.

Vendían a los santaolalleros y también a otros cacharreros que distribuían su producción por pueblos como Torrijos, Novés o Escalonilla.

Fue músico por afición y tocó en la banda de Santa Olalla.

En julio de 1936 cuando las tropas de Franco avanzaban por la carretera de Extremadura hacia Santa Olalla, Gregorio y su familia se refugian en Madrid. Terminada la guerra no regresarían a Santa Olalla y se estableció en Los Navalucillos.



[1] PRADILLO MORENO DE LA SANTA, Juan Manuel: Alfareros toledanos, (Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo, 1997).


Cántaro de Santa Olalla
Catalogado por Juan Manuel Pradillo
y que perteneció a su colección

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