Son tres los modelos iconográficos con los
que habitualmente se representa al Apóstol Santiago el Mayor, por su condición
de apóstol, de peregrino o de caballero. Siendo su imagen adaptada, con esta diversidad iconográfica, a las
diferentes necesidades devocionales de cada lugar y momento.
En el primer modelo y más antiguo, Santiago
aparece con los atributos comunes a los demás apóstoles: túnica, manto, libro
sagrado y pies descalzos o con sandalias.
En el segundo modelo encontramos a Santiago
como peregrino, identificándose con los peregrinos que caminan hacia su tumba
en Galicia, portando bastón, sombrero, esclavina, zurrón, calabaza y conchas o
vieiras.
El tercer modelo iconográfico, típicamente
español, es la representación de Santiago Matamoros, nombre con el que popularmente
se conoce a esta iconografía, en la que el apóstol aparece como un guerrero de
la reconquista, un caballero en combate, blandiendo una espada, montando un
caballo blanco que arrolla un grupo de moros o musulmanes. Este último modelo
procede de las crónicas medievales, según las cuales intervino milagrosamente
en favor de los cristianos contra los musulmanes durante la batalla de Clavijo,
supuestamente el 23 de mayo del año 844. En realidad, es un hecho legendario
creado siglos después, «si bien este
evento se basa en la leyenda, la supuesta batalla ha proporcionado uno de los
iconos ideológicos más fuertes de la identidad nacional española».
En la iglesia de San Julián de Santa Olalla
contamos con un pequeño grupo escultórico que reproduce este modelo iconográfico
de Santiago Matamoros. Es una escultura de terracota, entelada y policromada,
elaborada a finales del siglo XIX. Según varios testimonios orales que hemos
podido recoger esta imagen fue donada por don Santiago Relanzón Almazán (Torrijos,
1875 – Toledo, 1952), médico y prestigioso fotógrafo toledano con orígenes y
vínculos familiares en nuestro pueblo.
Santiago, con pelo y barba blanca, aparece
sobre su popular caballo blanco, que esta enjaezado con guarnicionerías rojas.
El apóstol esta vestido con el hábito de la Orden de Santiago, con manto y capa
blanca, con la cruz roja de la orden sobre el centro del pecho, sobre el que descansan
también pendientes del cuello unos cordones blancos terminados en borlas. La
mano derecha alzada con la espada desenvainada y en la izquierda un cetro con
la cruz. En el suelo tres moros que han sido arrollados por su caballo, uno de
ellos sentado sirve de recurso al escultor y se convierte en el principal soporte
físico de la figura del caballo.
Las figuras del conjunto, por su tamaño y elaboración,
presentan enormes similitudes con figuras de un belén napolitano. Lo que nos
lleva a pensar, a falta de un análisis más exhaustivo, que el conjunto pueda
estar elaborado con figuras reutilizadas de uno de estos belenes.
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