Quiero compartir con todos vosotros estos recuerdos sencillos del pueblo de Domingo Pérez que ha querido escribir mi abuela, esperamos que os guste.
Recuerdos
sencillos de Domingo Pérez
Amalia Carvajal Úbeda
- Parte I -
Mi nombre es Amalia Carvajal Úbeda, soy hija
de Pedro y Amalia; la pequeña de doce hermanos, aunque solo siete llegamos a la
edad adulta. Nací en Domingo Pérez el 18 de julio de 1932, mi familia siempre
estuvo unida a pesar de las dificultades de aquellos tiempos, bueno eso queda
para otra historia.
Gracias a Dios tengo una memoria prodigiosa
que me permite recordar todo lo vivido en mi niñez y juventud. Compartiré con
vosotros mis recuerdos de Domingo Pérez, de sus gentes trabajadoras y honradas
como pocas. Así niños, jóvenes y personas que han venido a vivir a nuestro
pueblo en los últimos años, conocerán un poco del día a día en tiempos pasados
y recordados con cariño.
Domingo Pérez en los años 30 llegó a tener un
censo de 1.359 habitantes, una población considerable que se autoabastecía con
las pequeñas empresas familiares que aquí había. Era considerada la “capital”
de los pueblos vecinos; o así, lo sentíamos con orgullo los domingoperanos.
Había cinco ZAPATEROS: el maestro de todos
era el tío Francisco, siguieron Placido Carvajal, el tío Mario, Eugenio
Palomares y Marcelino el Barbero (zapatero y peluquero).
Los PELUQUEROS eran Marcelino, el tío
Indalecio, su hijo Marcelino (también Albañil) y Mariano Domiciano.
Las tiendas de COMESTIBLES estaban regentadas
por la tía Remedios, Olvido, Mercedes, la tía Sira y su hija María, la tía
Saturnina, Agapito (antes fue su suegro el tío Colino) y Epifanio. Colino y
Epifanio tenían un verdadero bazar, además de comestibles de todo tipo había
ferretería, telas, muebles, productos de limpieza, y cualquier otra cosa que se
necesitara.
Los PANADEROS eran la tía Gora, la tía
Carlina, el tío Francisco, Antonio Bautista, Jacinto Misines así como casi toda
su familia se dedicaron a satisfacer el apetito de los vecinos.
Los PASTELEROS eran la tía Petra la confitera
y hasta hace unos años Antonio y su mujer Guadalupe hacían las delicias de
pequeños y mayores con sus pasteles, bollos y mazapanes.
La MERCERIA la llevaba la tía Petronila, la
del tío Barrabás.
PESCADERIAS teníamos tres: el tío Paco el
Sardinero, Clementa y Leoncia.
He conocido varios MOLINOS DE ACEITE, el de
don Matías Garrido y el de doña Guadalupe la Boticaria, también el del tío
Doroteo y el de Diego.
Había un MOLINO DE TRIGO que se quemó, le
volvieron a levantar y le compró Paco López, pero solo se ha molido cebada,
recuerdo que en el día de su inauguración fue hasta la música.
En el paseo de la ermita había un HORNO, el
del tío Estudiante, aunque no se a que se dedicaba.
Estaban los TEJARES del tío Julián el Rasca,
el del tío Francisco el Zapatero y el del tío Germán.
Había POLVORISTA propio: el tío Santos
barriga y su hijo Dionisio.
Teníamos dos ESTANCOS: el de la tía Angelita,
madre de Cándido el cartero y el de su hermana Emiliana, que luego regentó la
tía Mauricia.
HERREROS Miguel Santiago, Antonio, Eladio y
Miguel “El turrero”.
ALBAÑILES: Ciriaco el abuelillo, Eustaquio,
Hilario, Serafín, Marcelino, Manolo Faltriquera; con ellos aprendieron el
oficio muchos jóvenes del pueblo como Alejandro Ciruelos, Pepe Gómez, Julián
Bautista…
PASTORES Y GANADEROS: doña Adriana, Matías
Garrido, la señora David (madre de Manolo el “medior”), el tío Flores Mosca, la
señora Apolonia y Augusto.
BODEGAS: Pereda, el tío Segundo, el tío
Carretero, Ferrari y Mónico.
El GUARNICIONERO era el tío Moisés Rubalcaba
y su padre.
Cuando llegaba el momento del parto de alguna
de nuestras vecinas eran atendidas por las COMADRONAS “titulares”: la tía
Benita la mona, la tía Cecilia, la tía Encarna la grilla; si se complicaba
llamaban al médico que por aquel tiempo era don Consta, pero normalmente ellas
resolvían todo con diligencia y maestría. En los años 50 o 60 llegó don Juan el
practicante, que se hizo cargo de aquellas tareas.
RECUERDOS DE MI PUEBLO
Empezaré por
la Iglesia,
que faltan
los Portalillos,
así todos
los llamábamos
cuando
éramos chiquillos.
Y seguimos
recordando
y me voy al
Pozo Dulce,
un pozo para
vecinos
que tenía el
agua muy dulce.
Los
chiquillos respetaban
y ninguno le
hacía daño,
porque aquel
agua servía
como si
fuera del caño.
Nos vamos
para el Porquero
que estaba
con la Cambija,
allí bebía
el ganado
y tenía el agua muy rica.
Bajamos por
el arroyo
nos encontramos
el Puente,
una cosa que
añoramos
cuando cae
el agua muy fuerte.
Seguimos por
el arroyo
y vamos al
Lavadero,
una puerta
más arriba
teníamos el
Matadero.
Ahora viene
lo importante
lo más
bonito del pueblo.
Al lado de
la carretera
estaba el famoso
Caño,
que del
pueblo los vecinos
no debíamos
haber quitado.
Detrás
estaba el Pilón,
donde las
mulas bebían,
los niños
con el ramal
que tasamente podían.
Todos los
consentimos
y ninguno lo
impidió,
aquel Caño
tan bonito
que producía
el amor.
Entre tres
barras había
cuatro
árboles bien grandes,
donde los
mozos a las mozas
esperaban
anhelantes.
Cuantos
recuerdos tenemos
las mozas de
aquellos tiempos,
mientras se
llenaba el cántaro
ellos
robaban un beso.
MUSICA, CANTANTES
Y FIESTAS
En aquellos tiempos había una banda de música
muy numerosa, el maestro era el tío Cruz, buen maestro y mejor persona.
Teníamos dos orquestas y cines de verano e
invierno, el baile en mis años mozos lo llevaba Facundo y costaba un real a las
mujeres y una peseta a los hombres.
Entre las cantantes que recuerdo estaba
Filomena que era hija del tío Cruz y “cantaba
como los ángeles”, Teresa la del tío Samuel y Luci. Un año en Semana Santa
yo también canté saetas, y según dicen lo hice bastante bien.
Entre los hombres también había buenas voces,
estaba Morucho, hijo del tío Amalio que vivía dos casas más abajo de la mía,
Luciano y mi cuñado Ángel Arenal, y algún otro que se me puede haber quedado en
el tintero.
Sigo con el HUMOR, que los había estupendos:
empezaré por mis padres que eran el número uno; Juan Rodríguez el “Chofle”; el
tío Timoteo el Cano y su mujer; el tío Leonardo apodado el Conejo; mi tío
Placido acompañado de Canuto y el bueno de Pedro Cansalobos. En los últimos
años cogieron el testigo Hilario y Mariano.
Tengo el orgullo de decir que los hijos y
nietos de mi padre Pedro el Rojo (por su pelo pelirrojo), siguieron en muchas
ocasiones con la tradición de los disfraces, teatrillos y demás actos lúdicos
para disfrute las buenas gentes de nuestro pueblo.
FIESTAS,
intentaré hacerlo cronológicamente.
SAN BLAS era celebrado con misa y procesión. Esta
Hermandad solo tenía 33 miembros y era hereditario, pasaba de padres a hijos.
Todos iban ataviados con capa marrón. En nuestros días sigue existiendo con 33
hermanos aunque el puesto ya no es hereditario y suelen llevar capa azul.
El JUEVES DE MERENDILLA se celebraba el
jueves antes de Carnaval, los paisanos con su cesta o talega con las viandas
pertinentes iban al puente de la vía en el camino de Cebolla a disfrutar de su
merienda entre juegos y risas.
El DOMINGO GORDO DE CARNAVAL, los quintos
corrían los gallos en el camino Ancho.
El CARNAVAL era muy esperado por los domingoperanos,
todos colaboraban en hacerlos grandes y vistosos. Cuando terminó la guerra
estaban prohibidos, pero todo el pueblo se vistió, incluida yo. La multa fue de
25 pesetas en Papel del Estado, siendo alcalde Francisco Colino.
El MIERCOLES DE CENIZA en la zona del Pozo
Dulce los quintos sacaban un armazón simulando un toro al que llamaban
“Malavaquilla”, que iba corriendo detrás de todo aquel que allí estaba.
Terminada la “Malavaquilla” los mozos y mozas iban al último baile hasta que
pasaba la Semana Santa. En aquél tiempo de Cuaresma y recogimiento solo se
podía pasear carretera arriba y abajo, y como mucho hasta el árbol de la “Pera”,
que estaba más o menos a la altura de donde hoy está la piscina.
El DOMINGO DE RESURRECCION se hacían los
Judas, costumbre que sigue en nuestros días, gracias al tesón de nuestros
jóvenes.
El DOMINGO DE PIÑATA era el día que los
quintos corrían las cintas, una vez conseguido el trofeo se ofrecía a la novia
o hermanas.
El 3 de mayo se celebraba la VERACRUZ, los
hermanos portaban capa azul en sus salidas. Antes en Semana Santa habían
llevado a hombros los santos que procesionaban.
El Cristo de los Cordones y el Resucitado
solo era portado por los quintos, que presurosos la noche antes de su salida,
Viernes Santo y Domingo de Pascua, respectivamente, ataban su pañuelo en señal
de reserva.
La imagen de SAN ISIDRO llegó a nuestro
pueblo a finales de los años cuarenta, fue sufragada por todos los vecinos.
Muchos de ellos fueron a recibir la Imagen a la carretera de Extremadura y
llovió como si de un diluvio se tratara.
AÑORANZAS DE MI PUEBLO
En la
provincia Toledo
entre los
ríos Tajo y Alberche,
se levantan
varios pueblos
el más
bonito Domingo Pérez.
Ahora os
vamos a contar
nuestras
memorias que hemos vivido,
para que
vean nuestros nietos
las grandes
juergas que hemos corrido.
Como no
había dos reales
para poder
entrar a bailar,
bailábamos
en la puerta
para el
domingo poder pasar.
Gracias al
señor Facundo
que es
obligado de recordar,
que aunque
dinero no había
a sus
salones dejaba entrar.
A la salida
de misa
todos los
mozos se reunían,
a jugar a la
pelota
en el
frontón que en la plaza había.
Ya llega el
Domingo Gordo
es tradición
el correr los gallos
y las mozas
arregladas
todas se van
al camino ancho.
El Miércoles
de Ceniza
todos los
mozos la toreaban
aquella “mala-vaquilla”
que aquí en
el pueblo así se llamaba.
En la calle
el Pozo Dulce
era una
plaza que destinaban
para torear
al toro
donde las
mozas se alborotaban.
Viene el domingo
de Pascua
todos los
quintos cogen el brazo
que por la
noche ponían
el pañuelito
pa’ reservarlo.
Comienza la
procesión
la Dolorosa
por el calvario
y en la
plaza de los caños
allí se
encuentra al Resucitado.
Así empiezan
los festejos
quemando al
Judas con los petardos
siguiendo la
procesión
todos
alegres por el Calvario.
Para
terminar la historia
con alegría
y mucha gracia
preguntad a
vuestras madres
si esto es
verdad lo que aquí se hacía.
Que ¡Viva
Domingo Pérez!
y los
vecinos que en él habitan,
¡Viva la
Virgen del Prado!
que no nos
pierde nunca de vista.
FIESTAS DE LA VIRGEN DEL PRADO
En septiembre tenemos las FIESTAS EN HONOR A
NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DEL PRADO, a la que veneramos y amamos como Madre
nuestra.
La ilusión de las fiestas empezaba igual que
en nuestros días al comenzar las novenas. La víspera del gran día se recibía a
la banda de música y se bajaba a cantar la salve a la ermita, como inicio de
las fiestas.
Recuerdo cuando sacaron el Himno de la Virgen
del Prado, escrito por Benjamín Moran y el cura don Daniel. Era cantado por
María Palomo como solista y el pueblo hacia el estribillo.
Por la tarde era la subida de la Virgen a la
iglesia, arropada por el fervor de los domingoperanos, con ilusión y lágrimas
de emoción. Salía de su ermita igual que ahora con las tradicionales pujas, que
se repiten en cada una de las procesiones, el dinero recaudado se destinaba a
las fiestas del siguiente año.
Las verbenas en la plaza empezaban a media
tarde hasta la hora de cena y se reanudaban hasta las dos de la mañana, luego seguíamos
en el salón de baile de Facundo.
La pólvora consistía en seis u ocho arboles
de pólvora que se ponían en la plaza y terminaban con un trío, uno alto que era
el retablo de pólvora del que se descolgaba una estampa de la virgen y dos en
los laterales a los que llamábamos los monaguillos.
A NUESTRA PATRONA
La Virgen del
Prado es
la Patrona
de mi pueblo,
en el Prado
aparecisteis
y allí la
ermita os hicieron.
Por eso aquí
en nuestro pueblo
se la quiere
y se la adora,
por eso la
hemos nombrado
de nuestro
pueblo Patrona.
Querida
Virgen del Prado
quisiste
quedarte aquí,
a vivir
entre nosotros
y nosotros
junto a ti.
El día siete
de septiembre
al terminar
la novena,
cantando el
hermoso himno
te llevamos
a la iglesia.
Allí está
todo el pueblo
que te
quiere y que te adora.
¡Viva la
Virgen del Prado!
que es
nuestra madre y patrona.
Virgen
bonita del Prado,
arrópanos
con tu manto
y danos
mucha salud,
para venir a
otro año.
Virgen del
Prado bendita
en el
corazón te llevamos,
te queremos
y adoramos
todos los
oreganeros.