Carriches,
Domingo Pérez, Erustes, La Mata, Otero y Santa Olalla son seis pueblos que
comparten raíces históricas, ya que los seis junto a una decena de aldeas hoy
desaparecidas, conformaron el señorío que hasta el siglo XIX se conocía como La
Tierra de Santa Olalla.[1]
Incluso durante la época medieval, aquellas
antiguas tierras, llegaron a compartir una fiesta, la del Triunfo de la Cruz,
instituida en la Diócesis de Toledo desde el 16 de julio de 1212 cuando se
produce la Batalla de las Navas de Tolosa. La implantación de esta fiesta tuvo
mayor repercusión en nuestros pueblos dado que el capitán más destacado en
aquella victoria fue don Diego Lope de Haro, hermano de la señora de Santa
Olalla doña Mencía Lope de Haro.
En el siglo XVI las relaciones de Felipe II dejan
constancia de que pueblos seguían manteniendo esta fiesta: Santa Olalla,
Domingo Pérez, Erustes y El Membrillar (en el actual término de Mesegar).
Una vez que cada uno de estos pueblos han ido
asumiendo sus propias fiestas, solo Santa Olalla ha conservado la celebración
del 16 de julio, ya no como del Triunfo de la Cruz sino como del Cristo de la Caridad.
En esta fiesta se dan algunas de las tradiciones santaolalleras más singulares
como los barreñones de fuego, el baile de las banderas y el baile de las cintas.
La tradición de los Barreñones de fuego está
documentada desde 1722. Se trata de una noria de hierro, en la que sus
cangilones o “barreñones” se llenan de ascuas y fuego y se la hace dar vueltas
con el objetivo de alumbrar en la noche de fiesta de la víspera del día del Cristo
de la Caridad.
Desde hace casi una década esta tradición se
ha engrandecido celebrando el encendido solemne de los barreñones. Para ello se
cuenta con la participación de los alcaldes de los seis pueblos, que de manera
simbólica renuevan en esa noche los lazos históricos que los unen.
Entre jotas y coplillas con referencias a
cada uno de los pueblos, los seis alcaldes se van acercando al artefacto de los
barreñones encendiendo su propio barreñón.
Compartimos algunas imágenes del alcalde de
Carriches, Isidro Castaño, encendiendo el barreñón de Carriches y las coplillas
que la reina y damas infantiles de las fiestas recitan a cada pueblo.
A La Mata
Por San Juan voy a La Mata
cuando comienza el verano,
es el tiempo de la siega
es tiempo de paja y grano.
Fiestas de San Juan Bautista
repletas de diversión
de piñonates, de dulces,
de sangría y de limón.
A Erustes
A Erustes tengo que ir
en las fiestas de San Roque,
desde su torre mudéjar
la campana ya da el toque.
Es un pueblo acogedor
que da gusto visitarlo,
entraré a ver la iglesia
monumento destacado.
A Carriches
Cuando vaya por Carriches
subiré hasta la ermita,
que la Virgen de la Encina
recibe a quien la visita.
Si voy en el mes de agosto
la encontraré más hermosa,
los carrichanos te aclaman
como Madre poderosa.
A Domingo Pérez
Si voy a Domingo Pérez
me encontraré con su ermita,
la de la Virgen del Prado
la de la cara bonita.
Iré el ocho de septiembre
para quedarme a la fiesta,
para bailar en la plaza,
ver la pólvora y la orquesta.
A Otero
Al terminar el verano
no faltaré yo en Otero,
Cristo de la Misericordia
oterano compañero.
Desde ese cerro tan alto
se divisan verdes viñas,
tu Rollo marca el camino
que recorrimos de niñas.
A Santa Olalla
Tras recorrer los caminos
a mi casa en Santa Olalla,
que es casilla de salida
y es la meta que se halla.
Pues Piedad y Caridad
son las fiestas de esta villa,
junto a los pueblos vecinos
repetimos sus coplillas.
[1] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: El fuego de los Barreñones que une a seis
pueblos. Revista Cultural Adovea, nº 59. (Patrimonio Cultural Villa de
Carriches. Carriches, agosto de 2024).