lunes, 21 de noviembre de 2022

Petra Corral, la Doncella de Alcabón

 

Petra Corral por Guerrero Malagón

Petra Corral, conocida como la Doncella de Alcabón, fue una joven soltera, nacida en Alcabón en 1786. Vivía con sus padres en su localidad natal, su padre era un humilde labrador llamado Manuel Corral y su madre se llamaba Manuela Rodríguez Arevalillo.

Dentro de la Guerra de la Independencia contra los franceses, el 26 de julio de 1809 se produce una batalla entre Santa Olalla y Alcabón, prolegómeno de la famosa Batalla de Talavera.[1] La villa de Alcabón quedó desamparada, las huestes del general Lapisse que tenían su campamento en Santa Olalla, saquearon Alcabón y cometieron toda clase de tropelías. La mayor parte de su población huyó a otros pueblos cercanos, al campo o a las labranzas de la zona, ese fue el caso de la familia de Petra Corral que se refugió en la labranza de Villaseca, en el término municipal de Maqueda.

Pero los hombres de Lapisse ya sabían de la belleza de la joven alcabonera de veintitrés años, la memoria colectiva local recuerda que “era tan hermosa como un sol y más rubia que unas candelas” y muchos de los soldados franceses hablaban de ella como de un trofeo más de la guerra.[2]

Tras la derrota de Talavera, el rey José Bonaparte se retira con su guardia y con el cuarto cuerpo de su ejército a Santa Olalla en la tarde del 28 de julio y allí estuvo también todo el día 29 de julio. Fue en ese día, cuando unos pérfidos soldados franceses localizaron a Petra Corral en la labranza en la que se refugiaba, la instigaron para que accediera a sus deseos e intentaron forzarla vilmente. Petra no accedió a sus intenciones sexuales, se defendió, intentando salvar su vida y su castidad, pero finalmente murió como mártir, acribillada a balazos a la puerta del caserío el 29 de julio de 1809, siendo considerada por sus vecinos mártir y virgen. La fama de su virtud se extendió rápidamente por toda la comarca y pronto la apodaron como “La Doncella de Alcabón”.

Fusilamiento de Petra Corral por Jose Aguado

Pero las circunstancias no permitieron que su cuerpo fuera enterrado hasta el 1 de agosto, lo hizo su propio padre, junto a un vecino, en las inmediaciones de la labranza de Villaseca y cuentan que colocó en sus manos una azucena blanca.

La historia de Petra Corral quedó cubierta por la leyenda; la tradición oral más difundida recuerda que cada año, justo en el espacio de tierra donde se encontraba enterrado su cuerpo, brotaban azucenas blancas, sin que nadie las plantara, sin riegos y aun cortándolas. Los vecinos fueron testigos de este extraño suceso, que la comunidad religiosa llegó a considerar como un auténtico milagro.

El 16 de noviembre de 1814, terminada ya la Guerra de la Independencia, a propuesta del párroco de Alcabón don Cipriano Sánchez Roldán con el beneplácito de sus padres, los restos de Petra Corral fueron exhumados, trasladados hasta Alcabón y enterrados en el presbiterio de su iglesia.

Lápida de Petra Corral en la iglesia de Alcabón

Posteriormente, ya en el siglo XX fueron trasladados a una capilla lateral, conservándose la placa funeraria original de cerámica cuyo epitafio dice: “Aquí yacen los huesos de Petra Corral, que en defensa de su castidad, entregó su espíritu en manos de su criador, martirizada por los pérfidos franceses, en 29 de julio de 1809”.

No se conservan retratos suyos, pero en el siglo XX se hicieron varias representaciones alegóricas, como un dibujo para una estampa pintado por el ceramista toledano José Aguado Villalba (Toledo, 1919 – Ídem, 2007); una representación de su martirio a manos de los franceses, del mismo pintor, que debe ser boceto de un grupo de cerámicas con representaciones Petra Corral que están en manos privadas; o un magnifico cuadro que se conserva en la iglesia de Alcabón de Mariano Cecilio Guerrero Malagón (Urda, 1909 – Toledo, 1996).



[1] VV.AA.: La Comarca de Torrijos durante del Guerra de la Independencia. (Instituto de Estudios Comarcales Señoríos de Entre-Ríos. Torrijos, 2009). Págs. 141-143 y 393-397.

[2] MADOZ IBAÑEZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. (Madrid, 1845). Tomo 1. Pág. 351.

Estampa de Petra Corral por José Aguado

Estampa de Petra Corral - oración

Calle de Petra Corral en el pueblo de Alcabón

sábado, 12 de noviembre de 2022

Santa Olalla en la Descripción General de España de Francisco Verdejo Páez

Francisco Verdejo Páez es, un tan prestigioso como olvidado, matemático, geógrafo y astrónomo español, madrileño para más señas, del siglo XIX.[1]

Hijo del también matemático Francisco Verdejo González. De ideología afrancesada y anticlerical, fue profesor de aritmética, álgebra y geometría en el Real Colegio de Lavapiés de Madrid, catedrático de matemáticas en los Reales Estudios de San Isidro, catedrático de Geografía del Instituto de Noviciado en Madrid, profesor del Seminario de Nobles y catedrático de Geografía de la Universidad Central.

Entre sus obras, reeditadas a lo largo de todo el siglo XIX, destacan Tratado de Agrimensura (1814) y Principios de geografía astronómica, física y política de la Edad Media y Moderna (1818).

 Entre sus obras de geografía destacamos la que nos ha traído hasta aquí: Descripción general de España, impresa en Madrid en 1827. Pues en la descripción que da de gran cantidad de localidades españolas hace referencia al pueblo de Santa Olalla. Transcribimos la cita:

“Más al oeste está el desagüe del rio Alberche, que deja a sus márgenes varios pueblos considerables, como son: Mentrida, villa rodeada de viñedo y olivos, con mucha fruta, ricos garbanzos, y montes, en que se cría mucho ganado de cerda. Escalona, con vega, que da los frutos de la anterior, en situación elevada, con un puente sobre el Alberche, un buen palacio con bello jardín, y restos de murallas antiguas; y en fin, Santa Olalla, también con restos de sus antiguas fortificaciones, y rodeada de extensos olivares. Poco más debajo de la confluencia del Tajo y el Alberche esta Talavera de la Reina, villa grande y muy linda […]”.[2]

Y como historiador de ámbito local, destaco esta otra cita con la que arranca el prólogo de esta misma obra: “Uno de los conocimientos más indispensables al hombre es el del país que le vio nacer y de la sociedad que rodeándole inmediatamente le ofrece por todas partes objetos de parentesco, de amistad y de ternura. En vano se buscaría un estudio ni más necesario ni más general. El labrador, el artesano, el propietario, el militar, el jurisconsulto, el médico, todas las clases del estado en fin tienen un grande interés en conocer su patria y saber los recursos que presenta para la agricultura, industria y comercio, fuentes de la riqueza y felicidad pública.”



[1] DÍE FAGOAGA, Gonzalo: Francisco Verdejo, un matemático olvidado, (Bubok. Madrid, 2010).

[2] VERDEJO PÁEZ, Francisco: Descripción general de España e islas dependientes de ella, (Imprenta de Repullés. Madrid, 1827). Tomo I. Pág. 163.



domingo, 6 de noviembre de 2022

Una santaolallera Marquesa de Montemayor, Leonor de Mendoza y Barroso

 

Palacio de los Marqueses de Montemayor en Villaseca de la Sagra

Continuando con el estudio de algunos matrimonios nobiliarios de los hijos de los Condes de Orgaz nacidos en Santa Olalla llegamos a la figura de Leonor de Mendoza y Barroso (Santa Olalla, 1591).

Leonor de Mendoza y Barroso, nació en Santa Olalla y fue bautizada en la iglesia de San Julián el 12 de mayo de 1591.[1] Era hija del malogrado Esteban de Mendoza y Mendoza (gentilhombre de la cámara del rey Felipe III e hijo primogénito de los Condes de Orgaz a quienes no pudo heredar dado su temprano fallecimiento) y de María Ribera de Figueroa y Barroso, hija de Pedro Barroso de Ribera y Figueroa, primer marqués de Malpica.

Por lo tanto entre sus parientes nobles más cercanos, su abuelo y su hermano ocuparon el título de Conde de Orgaz y por línea materna fue nieta del marques de Malpica. Su hermana Mariana de Mendoza y Barroso era Condesa de Villaumbrosa y además su tía Mariana de Guzmán era Condesa de los Arcos.

Se casó con Juan Luis Silva y Acuña cuarto marques de Montemayor. El marquesado de Montemayor se extiende por la provincia de Salamanca, pero tuvo propiedades en la comarca de la Sagra, teniendo su palacio y residencia en Villaseca de la Sagra. Era hijo de Juan de Silva y Rivera a quien algunas teorías identifican con el caballero de la mano en el pecho pintado por El Greco. Como Notario Mayor de Toledo, consideran la mano en el pecho como un supuesto acto de fe notarial.

Caballero de la mano en el pecho
El Greco, hacia 1580
Museo del Prado - Madrid

De este matrimonio nacieron seis hijos: Pedro Silva y Mendoza (? – Madrid, 1648), ejecutado por traición a Felipe IV al verse implicado en las revueltas de Cataluña y Portugal; Lope Silva y Mendoza; Juana Silva y Mendoza; la religiosa María Silva y Mendoza; Teresa Silva y Mendoza, casada con el II conde de Cantillana, Juan Luis Antonio Vicentelo de Leca y Toledo; y su heredero Juan Francisco Silva y Mendoza (1616 - Villaseca de la Sagra, 1685), casado en 1639 con la I marquesa del Águila, María Vicentelo y Velasco.



[1] ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA OLALLA: Libro 1º de bautismos de la Parroquia de San Julián, 1/APSO; (de 1550 a 1599).

Porcón de alegaciones relativo al Marques de Montemayor