Recogemos en este artículo la estancia en la villa de Santa
Olalla del rey Felipe III (Madrid, 1578 - Ibídem, 1621), apodado el Piadoso. Fue
el primero de los llamados Austrias menores y reinó en España desde 1598 hasta
su muerte, el 31 de marzo de 1621.
En el otoño de 1619 el rey acudía a Portugal
en viaje de estado con su familia y sequito, para que las cortes lusas juraran
a su hijo el príncipe Felipe, futuro Felipe IV, como heredero.[1]
Acontecimiento que marca uno de
los puntos culminantes de la monarquía española y que en nada presagia su próximo
desmoronamiento.
El trayecto de vuelta lo hizo el sequito por Badajoz,
Mérida, Trujillo y Guadalupe, donde el rey rezó ante la imagen de la Virgen. Prosiguió
su camino por la Carretera Real de Madrid a Extremadura, lo que hoy sería la
Carretera de Extremadura, pero el monarca se sintió indispuesto. Las primeras
fiebres le sorprendieron en Talavera de la Reina, pero la comitiva decidió
proseguir hasta Santa Olalla.[2] Achacaron
la enfermedad a “haber comido unas
empanadas frías”.
El jueves 7 de noviembre de 1619 están en
Santa Olalla, donde los seis médicos que acompañaban al rey certificaron un
empeoramiento de su salud, una subida de la fiebre: “más calentura, vómitos y descompostura de vientre”,[3] hasta el punto de
ordenar detener momentáneamente la marcha.
Los médicos constatan la gravedad de Felipe
III y creen que, en ese estado, no llegaría vivo a Madrid, por lo que a toda
prisa buscan por los alrededores un sitio adecuado, y consideran que lo más
conveniente es llegar cuanto antes a Casarrubios del Monte, a unos 45
kilómetros de distancia de Santa Olalla.
El 8 de noviembre de 1619 el sequito real irrumpía
en Casarrubios del Monte instalándose el rey en el palacio del Conde de
Casarrubios.[4] El estado del rey levantó
la alarma y tuvo que permanecer en Casarrubios hasta primeros de diciembre.
Desde la villa de Madrid se llevaron incluso las reliquias de San Isidro para
dejarlas en el aposento junto al monarca y que le ayudasen a recuperarse. El
caso es que empezó a mejorar y pudo volver a Madrid el 4 de diciembre.
El rey no terminó de restablecerse del todo,
pues continuaron de manera esporádica las fiebres y los vómitos. Debilitado
físicamente, un año y medio después de su enfermedad la salud del rey se volvió
a agravar, falleciendo el 31 de marzo de 1621.
Aunque su reinado pasará a la historia como
el comienzo del declive del imperio español, durante los años de Felipe III
España vivió una auténtica explosión cultural el conocido como Siglo de Oro,
donde resonaron nombres como Cervantes o el Greco, pasando por Lope de Vega, Quevedo
o Velázquez.
[1] BAPTISTA LABANHA, João: La Jornada Real de Felipe III a Portugal en
1619, (Agencia Estatal del Boletín Oficial del Estado. Madrid, 2016).
[2] PÉREZ BUSTAMENTE, Ciriaco: Felipe III, semblanza de un monarca y perfiles
de una privanza, discurso. (Real Academia de la Historia. Madrid, 1950). Pág.
109.
[3] LEÓN
PINELO, Antonio de: Anales de Madrid, reinado
de Felipe III años 1598-1621, (Imprenta Estanislao Maestre. Madrid, 1931). Pág.
474.
[4] El
historiador casarrubiero don Fausto Jesús Arroyo López ha estudiado de manera
minuciosa la estancia del monarca en Casarrubios del Monte, a través de los
documentos del cura de su municipio.
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