jueves, 14 de enero de 2021

Francisco de Mendoza, un obispo natural de Santa Olalla en el siglo XVII


Escudo episcopal de don Francisco de Mendoza
y Ribera como obispo de Málaga

         Francisco Hurtado de Mendoza y Ribera fue un destacado eclesiástico santaolallero que llegó a ser obispo de cuatro ciudades españolas: Salamanca, Pamplona, Málaga y Plasencia; hijo de los condes de Orgaz, mantuvo hasta su muerte una intensa relación con su pueblo natal, Santa Olalla.

Nació en Santa Olalla el 8 de noviembre de 1573, era hijo de los condes de Orgaz, Juan Hurtado de Mendoza y Guzmán (Antoniana (Álava), 1536 - Santa Olalla, 1606) y Leonor de Ribera y Figueroa. Fue bautizado en San Julián el mismo día de su nacimiento, fueron sus padrinos Diego de Mendoza y su hermana mayor Mariana Hurtado de Mendoza, futura condesa de los Arcos. El acta de su bautismo dice así: “En ocho días del mes de noviembre de mil quinientos setenta y tres años, se bautizó el señor don Francisco hijo del ilustrísimo señor don Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán, Conde de Orgaz, y de la ilustre señora doña Leonor de Figueroa, Condesa de Orgaz. Fue su padrino que le tuvo a pila el señor don Diego de Mendoza y comadre mayor la señora doña Mariana de Guzmán, hermana del bautizado. Francisco de Bazán y el bachiller Gaspar Gómez y Jerónimo de Fonseca, bautícele yo el licenciado Diego Palomino”.[1]

            Estudió los dos derechos en la Universidad de Salamanca, fue colegial del Colegio Mayor de Cuenca en Salamanca fundado en 1500. Siendo ya sacerdote se doctoró en Derecho Canónico en Universidad de Salamanca. Su primer destino fue Toledo donde fue canónigo de la catedral, y después ejerció de inquisidor en Salamanca y de Consejero de la Suprema Inquisición en Toledo.

            El 5 de septiembre de 1616, con 42 años, fue nombrado obispo de Salamanca tras haber sido presentado por el rey Felipe III y confirmado por el Papa Paulo V. Recibió la consagración episcopal en el convento de las Descalzas Reales de Madrid el 22 de enero de 1617 por el arzobispo de Sevilla, el arzobispo de Mecina y el obispo de Valladolid. En Salamanca fundó el Colegio de San Carlos de clérigos menores y el Real Colegio de la Compañía de Jesús que impulsó la reina Margarita de Austria. Recibió y confirmó el Voto Solemne que hizo la ciudad se Salamanca en 1618 por el que toma “por patrona de ella a la Santísima Virgen, en su imagen de Nuestra Señora de la Vega, de defender, hasta derramar su sangre, que fue concebida sin mancha del pecado original y guardar como fiesta de precepto, la de su Concepción Inmaculada.”[2]

Pocos años después participó, ya siendo obispo de Pamplona, en un voto a la Virgen de similares características. El voto solemne que Santa Olalla hizo a la Inmaculada Concepción y que se firmó en la iglesia de San Julián el 2 de febrero de 1621.[3] Este voto se realizó en presencia de los Condes de Orgaz don Esteban Hurtado de Mendoza y Guzmán y doña Catalina de Rivera y Mendoza, sobrino de nuestro obispo, y juntó con el clero, justicias, regimiento y vecinos de Santa Olalla.

            El 30 de mayo de 1620 deja vacante la mitra de Salamanca para trasladarse a la de Pamplona. El 17 de marzo de 1621 pasa a ser obispo de Pamplona, donde estuvo poco más de dos años. En Pamplona fue su provisor y vicario general el doctor Alonso Ordoñez de la Real, arcediano de la Valdonsella.[4] Destaca la gran fiesta que organizó con motivo de la canonización del navarro San Francisco Javier el 12 de marzo de 1622.

El 14 de noviembre de 1622 es propuesto como obispo de Málaga, haciendo su solemne entrada en la ciudad el 2 de abril de 1623. Preocupado por la defensa de la ciudad, frecuentemente atacada por los piratas berberiscos que causaban graves daños, hizo construir en 1624 y 1625 unas grandes torres en el puerto, bien pertrechadas de artillería, y armo ocho carabelas para combatir a los corsarios. Socorrió al ejército que vino de la bahía de Brasil. En 1623 actuó para hacer desaparecer las mancebías. En 1624 ejerció de guía del rey Felipe IV que visito la ciudad. En 1625 firmó la fundación del convento de las madres Agustinas. El 26 de enero de 1626 se volcó económica y personalmente en a ayudar a los damnificados por el desbordamiento del río Guadalmedina. Por todo esto tiene una calle dedicada en Málaga en la zona de La Mosca.

            Finalmente, el 27 de enero de 1627 ocupa su última sede obispal en Plasencia (Cáceres), donde toma posesión el 17 de abril de 1627.[5] Donde esta hasta 1631, fecha en que enferma, renuncia al obispado y se retira un tiempo a Santa Olalla en busca de descanso.

            En 1632 acepta ocupar la tarea de gobernador del Arzobispado de Toledo, regido por el cardenal Infante don Fernando de Austria.

Conservamos documentación de 1633, en el archivo parroquial, por la que crea una Memoria en su recuerdo en la iglesia de San Julián.[6] También en el Archivo Diocesano de Toledo se conserva documentación de las capellanías que fundó en Santa Olalla, encontramos la presentación y fundación y varias provisiones de los años 1664, 1677 y 1683.[7]

Hizo donación de diversos objetos litúrgicos a la iglesia de San Julián de Santa Olalla, conocemos la existencia de un “cofre de tortuga que dio el obispo de Málaga” y que se vende en 1623. En el inventario del 4 de febrero de 1647 encontramos un “cáliz con patena de plata sobre dorado todo y labrado a lo moderno. Lo mandó don Francisco de Mendoza” y “dos frontales, uno morado y otro amarillo que dio el señor obispo”.[8]

            Su estado de salud empeora y fallece con 61 años de edad en Madrid el 22 de octubre de 1634. Dos días después era enterrado en su querida iglesia de San Julián. El acta de defunción dice así: “El ilustrísimo señor obispo don Francisco de Mendoza, gobernador de este arzobispado, se enterró en esta iglesia de San Julián, falleció en Madrid en veintidós días del mes de octubre de mil seiscientos treinta y cuatro años y fue sepultado en la dicha iglesia en veinticuatro del dicho mes y año. Hizo testamento y quedaron por sus albaceas los ilustres señores condes de Orgaz y los Condes de los Arcos. Dejo dichas muchas memorias como constara por su testamento bajo cuya disposición falleció”.[9]


Acta de Bautismo de Francisco de Mendoza y Ribera
Archivo Parroquial de Santa Olalla

Acta de enterramiento del obispo don Francisco de Mendoza y Ribera
Archivo Parroquial de Santa Olalla


[1] Archivo Parroquial de Santa Olalla: Libro 1º de bautismos de la Parroquia de San Julián. APSO/1 (de 1550 a 1599).

[2] Boletín Eclesiástico de Salamanca, (Salamanca, 17 de julio de 1856). Pág. 214.

[3] ARCHIVO MUNICIPAL DE SANTA OLALLA: Voto de Santa Olalla a la Inmaculada Concepción; SO 106/18 (1621).

[4] FERNÁNDEZ PÉREZ, Gregorio: Historia de la iglesia y obispos de Pamplona, real y eclesiástica del reino de Navarra, (Imprenta de Repullés. Madrid 1820).  Tomo III.

[5] GONZÁLEZ DÁVILA, Gil: Teatro eclesiástico de las iglesias metropolitanas y catedrales de los reinos de las dos Castillas, vidas de sus arzobispos y obispos y cosas memorables de sus sedes, (Imp. Pedro de Horna y Villanueva. Madrid, 1647). Tomo II, Pág. 511.

[6] Archivo Parroquial de Santa Olalla: Memoria de don Francisco de Mendoza, obispo de Plasencia y gobernador del arzobispado de Toledo. APSO/105/SJ (Año 1633).

[7] Archivo Diocesano de Toledo: Presentación y provisiones de las capellanías de don Francisco de Mendoza en Santa Olalla. Sección Capellanías, signaturas 653, 654, 1714 y 621

[8] Archivo Parroquial de Santa Olalla: Libro 1º de defunciones de la Parroquia de San Julián. APSO/6 (de 1582 a 1647). Folio 128.

[9] Archivo Parroquial de Santa Olalla: Libro 1º de fábrica de la Parroquia de San Julián. APSO/13 (de 1609 a 1656). Incluye el inventario del visitador don Bernardo Polo, elaborado en la visita del 4 de febrero de 1647.

lunes, 11 de enero de 2021

Otra nevada en Santa Olalla en 2006


Buscando en “mis archivos” he encontrado fotos de otra nevada, no tan copiosa, en enero del año 2006. Esta nevada debió ser el último domingo de enero pues coincidió con la subida de San Blas desde su ermita, hecho que se produce una semana antes de su fiesta que cómo sabéis se celebra en Santa Olalla el primer domingo de febrero.






domingo, 10 de enero de 2021

Diversión y bellas estampas nevadas en Santa Olalla


Santa Olalla ha vivido, como nunca, entre los días 7 y 10 de enero de 2021 los efectos de una nevada que ya es histórica.
Pero junto a las incidencias y el riesgo, los vecinos, especialmente los niños y jóvenes, han disfrutado construyendo muñecos de nieve en el pueblo e incluso esquiando. Mereció la pena, si al menos durante un fin de semana hemos logrado olvidarnos de la maldita pandemia de Coronavirus.
Comparto alguna de esas bellas estampas tomadas durante este fin de semana.



















 

viernes, 8 de enero de 2021

La Borrasca "Filomena" trae la nieve a Santa Olalla


Comparto estas imágenes que tomé el 7 de enero de 2021, con los primeros copos de nieve cuajados sobre las calles de Santa Olalla.

La borrasca “Filomena” nos dejó nieve, hielo y mucho frio, pero también estampas tan bonitas como estas. Hacía más de una década que no nevaba en Santa Olalla.

En un momento de pandemia como este ojalá se cumpla el refrán que dice: “año de nieves año de bienes”.









sábado, 2 de enero de 2021

Romance del Rey que ganó Toledo; Santa Olalla en un romance medieval

La reconquista o "toma a moros", por decirlo con un lenguaje medieval, de Santa Olalla se produjo en el año 1083 por el rey Alfonso VI,  conjuntamente con las villas de Escalona y Maqueda, siendo estas las primeras villas reconquistadas en la zona dos años antes que la ciudad de Toledo. Encontramos un romance castellano de autor anónimo que hace mención a este suceso, “El Romance del Rey que ganó Toledo”.[1]

 

Ese buen rey don Alfonso

el de la mano horadada,

después que gano a Toledo

en él puso su morada.

 

De do gano los lugares

de moros que ende fincaban:

Montalbán y Talavera,

Oropesa y Mejorada.

Y la villa de Escalona,

a Maqueda y Santa Olalla.

 

Gano a Canales y a Illescas,

Madrid y Guadalajara,

Alcalá y Tordelaguna,

A Uceda y a Salamanca.

 

Gano a Buitrago y Atienza,

a Sigüenza y a Berlanga,

y gano á Medinaceli,

y gano toda la Alcarria.

 

Esto fue aquende el río

que ahora Tajo se llama,

sin otros muchos lugares

que allende el rió ganara.

 

Luego enganando el lugar

de cristianos le poblaba,

luego le hace su iglesia

luego le pone campanas;

Dexólos fortalecidos

y a Toledo se tornara.

 

Elegido a un arzobispo,

don Bernardo se llamaba,

hombre de muy santa vida

de letras y buena fama.

 

Y de que lo hubo elegido

por nombre le intitulaba,

Arzobispo de Toledo,

Primado de las Españas;

Todo cuanto el rey le diera

se lo confirmara el Papa.

 

Desque ya tuvo el buen rey

esta tierra sosegada,

a la reina su mujer

en gobernación la daba;

Fuese a visitar su reino,

fue a Galicia y su comarca.

 

Después de partido el rey,

la reina doña Constanza

viendo su marido ausente

pensamientos le aquejaban,

no de regalos de cuerpo,

mas de salvación del alma.

 

Estando así pensativa

el arzobispo llegara,

en llegando el arzobispo

desta manera le habla:

- Don Bernardo, ¿qué haremos,

Que la conciencia me agrava

de ver mezquita de moros

la que fue iglesia santa;

Donde la reina del cielo

solía ser bien honrada?

 

¿Qué modo dice, tenemos

que torne a ser consagrada,

que el rey no quiebre la fe

que a los moros tiene dada?

 

Cuando esto oyó el arzobispo

de rodillas se hincaba,

alzó los ojos al cielo

las manos puestas hablaba:

- Gracias doy a Jesucristo

y a su Madre Virgen santa,

que salís, reina, al camino

de lo que yo deseaba.

 

Quitémosela a los moros

antes hoy que no mañana,

no dejéis el bien eterno

por la temporal palabra.

 

Ya que el rey se ensañe tanto

que venga a tomar venganza,

perdamos, reina, los cuerpos,

pues que se ganan las almas.

 

Luego aquella misma noche

dentro en la mezquita entraba,

limpiando los falsos ritos

a Dios la reedificaba;

Diciendo misa este día

el arzobispo cantada.

 

Cuando los moros lo vieron

quejas al rey le enviaban,

mas el rey cuando lo supo

gravemente se ensañaba.

 

A la reina y al prelado

malamente amenazaba,

sin esperar más consejo

a Toledo caminaba.

 

Los moros que lo supieron

luego consejo tomaban,

sálenselo a recibir

hasta Olías y Cabañas.

 

Llegados delante el rey

de rodillas se hincaban:

- Mercedes, buen rey, mercedes.

Dicen, las manos cruzadas,

mas el rey que así los vio

uno á uno levantaba:

- Calledes, buenos amigos

que este hecho me tocaba,

quien a vos ha hecho tuerto

A mi quebró la palabra;

Mas yo haré tal castigo

Que aina habreis la venganza.

 

Los moros cuando esto oyeron

en altas voces clamaban:

- Merced, buen señor, merced,

la vuestra merced nos valga:

si tomáis venganza de esto

a nos costará bien cara,

quien matare hoy a la reina

arrepentirse ha mañana.

 

La mezquita ya es iglesia,

no nos puede ser tornada,

perdonedes a la reina

y a los que nos la quitaran;

Que nosotros desde ahora

os alzamos la palabra.

 

El buen rey cuando esto oyera

grandemente se holgara,

dándoles gracias por ello

perdido ha toda la saña.



[1] OCHOA, Eugenio: Tesoro de los romanceros y cancioneros españoles, (Librería de los SS. Pons. Barcelona, 1840). Pág. 213.

DURÁN, Agustín: Romancero General o colección de Romances castellanos, (M. Rivadenerira. Madrid, 1854). Pág. 575.