sábado, 2 de enero de 2021

Romance del Rey que ganó Toledo; Santa Olalla en un romance medieval

La reconquista o "toma a moros", por decirlo con un lenguaje medieval, de Santa Olalla se produjo en el año 1083 por el rey Alfonso VI,  conjuntamente con las villas de Escalona y Maqueda, siendo estas las primeras villas reconquistadas en la zona dos años antes que la ciudad de Toledo. Encontramos un romance castellano de autor anónimo que hace mención a este suceso, “El Romance del Rey que ganó Toledo”.[1]

 

Ese buen rey don Alfonso

el de la mano horadada,

después que gano a Toledo

en él puso su morada.

 

De do gano los lugares

de moros que ende fincaban:

Montalbán y Talavera,

Oropesa y Mejorada.

Y la villa de Escalona,

a Maqueda y Santa Olalla.

 

Gano a Canales y a Illescas,

Madrid y Guadalajara,

Alcalá y Tordelaguna,

A Uceda y a Salamanca.

 

Gano a Buitrago y Atienza,

a Sigüenza y a Berlanga,

y gano á Medinaceli,

y gano toda la Alcarria.

 

Esto fue aquende el río

que ahora Tajo se llama,

sin otros muchos lugares

que allende el rió ganara.

 

Luego enganando el lugar

de cristianos le poblaba,

luego le hace su iglesia

luego le pone campanas;

Dexólos fortalecidos

y a Toledo se tornara.

 

Elegido a un arzobispo,

don Bernardo se llamaba,

hombre de muy santa vida

de letras y buena fama.

 

Y de que lo hubo elegido

por nombre le intitulaba,

Arzobispo de Toledo,

Primado de las Españas;

Todo cuanto el rey le diera

se lo confirmara el Papa.

 

Desque ya tuvo el buen rey

esta tierra sosegada,

a la reina su mujer

en gobernación la daba;

Fuese a visitar su reino,

fue a Galicia y su comarca.

 

Después de partido el rey,

la reina doña Constanza

viendo su marido ausente

pensamientos le aquejaban,

no de regalos de cuerpo,

mas de salvación del alma.

 

Estando así pensativa

el arzobispo llegara,

en llegando el arzobispo

desta manera le habla:

- Don Bernardo, ¿qué haremos,

Que la conciencia me agrava

de ver mezquita de moros

la que fue iglesia santa;

Donde la reina del cielo

solía ser bien honrada?

 

¿Qué modo dice, tenemos

que torne a ser consagrada,

que el rey no quiebre la fe

que a los moros tiene dada?

 

Cuando esto oyó el arzobispo

de rodillas se hincaba,

alzó los ojos al cielo

las manos puestas hablaba:

- Gracias doy a Jesucristo

y a su Madre Virgen santa,

que salís, reina, al camino

de lo que yo deseaba.

 

Quitémosela a los moros

antes hoy que no mañana,

no dejéis el bien eterno

por la temporal palabra.

 

Ya que el rey se ensañe tanto

que venga a tomar venganza,

perdamos, reina, los cuerpos,

pues que se ganan las almas.

 

Luego aquella misma noche

dentro en la mezquita entraba,

limpiando los falsos ritos

a Dios la reedificaba;

Diciendo misa este día

el arzobispo cantada.

 

Cuando los moros lo vieron

quejas al rey le enviaban,

mas el rey cuando lo supo

gravemente se ensañaba.

 

A la reina y al prelado

malamente amenazaba,

sin esperar más consejo

a Toledo caminaba.

 

Los moros que lo supieron

luego consejo tomaban,

sálenselo a recibir

hasta Olías y Cabañas.

 

Llegados delante el rey

de rodillas se hincaban:

- Mercedes, buen rey, mercedes.

Dicen, las manos cruzadas,

mas el rey que así los vio

uno á uno levantaba:

- Calledes, buenos amigos

que este hecho me tocaba,

quien a vos ha hecho tuerto

A mi quebró la palabra;

Mas yo haré tal castigo

Que aina habreis la venganza.

 

Los moros cuando esto oyeron

en altas voces clamaban:

- Merced, buen señor, merced,

la vuestra merced nos valga:

si tomáis venganza de esto

a nos costará bien cara,

quien matare hoy a la reina

arrepentirse ha mañana.

 

La mezquita ya es iglesia,

no nos puede ser tornada,

perdonedes a la reina

y a los que nos la quitaran;

Que nosotros desde ahora

os alzamos la palabra.

 

El buen rey cuando esto oyera

grandemente se holgara,

dándoles gracias por ello

perdido ha toda la saña.



[1] OCHOA, Eugenio: Tesoro de los romanceros y cancioneros españoles, (Librería de los SS. Pons. Barcelona, 1840). Pág. 213.

DURÁN, Agustín: Romancero General o colección de Romances castellanos, (M. Rivadenerira. Madrid, 1854). Pág. 575.

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