Resulta sorprendente saber que el origen de
las fiestas que Santa Olalla celebra el 16 de julio de cada año hay que
buscarlo hace más de 800 años, en plena Edad Media, en aquellos tiempos de
ataques almohades y reconquista castellana.
En el año 1195, las ofensivas almohades a las
tierras castellanas eran continuas y desencadenaron en la batalla de Alarcos.
El rey Alfonso VIII entró en batalla sin esperar los refuerzos prometidos por
el resto de reinos cristianos peninsulares, estuvo a punto de fallecer y tuvo
que retirarse a Toledo, por lo que quedó al mando don Diego López de Haro,
vinculado a la casa señorial de Santa Olalla. La derrota fue tan desastrosa
como inevitable, pero algunos acusaron a don Diego de permitirla por ciertos
recelos hacia el rey.
Tras la derrota de Alarcos, la
frontera castellano-andalusí pasó de Sierra Morena a los Montes de Toledo,
quedando expuestas al ataque musulmán estas tierras toledanas. Así sucedió en
el verano de 1196, cuando el célebre caudillo almohade Muhammád ben-Yacúb fue
desde Andalucía a Toledo tomando diversos lugares a su paso. Intentó tomar
Santa Olalla, combatió en Maqueda y llegó a las inmediaciones de Toledo, sin
obtener ningún resultado. La crónica cristiana
decía "Priso el rey de Marruecos a
Montánchez, e Santa Cruz, e Trugiello, e Placencia, e vinieron por Talavera, e
cortaron el Olivar, e Olmos, Santa Olalla, e Escalona e lidiaron Maqueda, e no
la prisieron, e vinieron cercar Toledo, e cortaron las viñas, e los árboles, e
duraron y X días en el mes de junio".[1]
“Miramamolín entró por tierra de cristianos
destruyendo pueblos y cautivando gentes. Ganó a Montánchez, Santa Cruz,
Trujillo, Plasencia y Escalona con todos los lugares que topaba sin dejar cosa
con vida. Combatió vigorosamente a Talavera, a Santa Olalla, a Maqueda y por
fin a Toledo misma pero no pudo rendirla por la valerosa defensa de sus
moradores. Con todo regresó a las Andalucías cargado de riquezas, ganados y
cautivos”.[2]
Al año
siguiente, los musulmanes repitieron las acciones bélicas, pero el resultado
fue el mismo, firmándose además en ese año 1197 unas treguas de paz.
Al tenerse noticia de la preparación de una
nueva ofensiva almohade, Alfonso VIII, después de haber fraguado diferentes
alianzas con la mayoría de los reinos cristianos peninsulares, con la mediación
del Papa, y tras finalizar las distintas treguas mantenidas con los musulmanes,
decide preparar un gran encuentro con las tropas almohades, que venían
dirigidas por el propio califa Mamad An-Nasir, el llamado Miramamolín por los
cristianos (versión fonética de “Príncipe o Comendador de los Creyentes”, en
árabe). El rey buscaba desde hacía tiempo este encuentro para desquitarse de la
grave derrota de Alarcos.
El lunes 16 de julio de 1212, en la aldea de
las Navas de Tolosa, perteneciente a La Carolina (Jaén), tuvo lugar una batalla
trascendental entre los ejércitos cristiano (coalición de los reyes castellano,
aragonés y navarro, con la ayuda de fuerzas cristianas ultrapirenaicas) y
musulmán, que supuso una decisiva victoria de los cristianos frente a los
almohades que dominaban Al-Ándalus. La batalla es conocida como batalla de las
Navas de Tolosa o de Puerto Muradal, llamada en la historiografía árabe Batalla
de Al-Uqab (معركة العقاب), y conocida simplemente como “La Batalla” en las crónicas
de la época.
El ejército cristiano se dividió en tres:
Alfonso VIII de Castilla salió hacia Alarcos y Salvatierra; Pedro II de Aragón
se quedó en Calatrava esperando a Sancho VII de Navarra; y otro grupo fue
capitaneado por don Diego López de Haro. Todos se dirigían hacia Puerto Muradal
(Despeñaperros), en cuya cima estaba el ejército de Miramamolín. Allí se
produjo la actuación heroica de don Diego junto con dos de sus nietos, que
subieron hasta el llano de la Losa y, desde allí, a una planicie llamada Las
Navas de Tolosa, guiados por un pastor de la zona.
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Don Diego Lope de Haro con el pastor de las Navas |
Al ver el giro que tomaba la contienda,
Al-Nasir ordenó tocar retirada y huyó precipitadamente hacia Jaén. Se dice que
fue tal el desastre que el rey almohade tuvo que utilizar un burro para poder
escapar de la muerte.
Entre la leyenda se cuenta que aquel 16 de
julio, en pleno fragor de la batalla, Domingo Pascual, canónigo de la Catedral
de Toledo, tomó la cruz del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, abriéndose
camino entre los escuadrones enemigos sin ser alcanzado por las saetas que
lanzaban los musulmanes. Este relato del paseo triunfal de la Cruz fue recogido
por el propio arzobispo y en la carta que Alfonso VIII envió al Papa para darle
cuenta del triunfo cristiano. Domingo Pascual llegó a ser posteriormente
arzobispo de Toledo durante un breve periodo en 1262.
Como consecuencia de esta batalla, el poder
musulmán en la península ibérica comenzó su declive definitivo y la Reconquista
tomó un nuevo impulso, que produjo en los siguientes cuarenta años un avance
significativo de los llamados reinos cristianos.
Para conmemorar esta decisiva batalla se
instituyó una fiesta en este día para toda la extensa diócesis de Toledo,
conocida como fiesta del Triunfo de la Cruz. Entre los lugares en los que
comenzó a celebrarse con mayor solemnidad estaba Santa Olalla.
Las fiestas dedicadas a la Cruz en el antiguo
calendario litúrgico eran tres: “La Cruz de Mayo”, el 3 de mayo, conmemorando
el hallazgo por Santa Elena de la Cruz en la que murió Cristo; la “Exaltación
de la Cruz”, el 14 de septiembre, conmemorando la recuperación de la Cruz,
arrebatada por los persas; y el “Triunfo de la Cruz”, el 16 de julio.
Como hemos dicho, con la victoria de las
Navas de Tolosa quedó instituida la fiesta del “Triunfo de la Cruz”, una fiesta
propia de la diócesis de Toledo, que durante siglos sobrevivió a los distintos
sínodos diocesanos —en muchos de los cuales se redujo el número de fiestas— y
que el 30 de diciembre de 1573 el papa Gregorio XIII mandó celebrar en todos los
Reinos de España y en el Nuevo Mundo.
Especialmente en Santa Olalla y su tierra se
inició esta celebración del “Triunfo de la Cruz” con gran fuerza. Como hemos
dicho, en la batalla se habían destacado miembros importantes de la casa
señorial de la villa, especialmente don Diego López de Haro (?-1214), capitán
general de aquella victoria. Él era familiar, seguramente hermano, de doña
Mencía Lope de Haro, señora de Santa Olalla al estar casada con Alvar Pérez de
Castro.
La solemnidad del Triunfo de la Cruz se
siguió celebrando en Santa Olalla sin novedades hasta la última década del
siglo XVI, pues en 1598 se transforma por voto del pueblo en la Fiesta del
Cristo de la Caridad. La celebración de esta primitiva fiesta queda reflejada
en las relaciones topográficas de Felipe II realizadas para Santa Olalla el 8
de febrero de 1576: “Al quincuagésimo
segundo se responde que se guardan tres fiestas de voto y costumbre en esta
villa y son el Triunpho de la Cruz y es a diez y seis de julio y celebrase por
aquella victoria que se hubo del puerto Muradal, porque don Diego López de
Haro, capitán de aquella victoria, fue de la casa de los señores desta villa, y
dende aquella victoria se hace este día una fiesta muy solemne y es nombrada en
toda esta tierra, la otra fiesta es de Santa Brígida, por las calamidades de
las viñas y heredades, y la otra es de Santa Olalla, porque es advocación de
esta villa”.[3]
Todos los pueblos y aldeas del señorío de
Santa Olalla celebraron esta fiesta con solemnidad, aunque paulatinamente la
fueron perdiendo. En el momento en que se toman las famosas Relaciones de
Felipe II, en torno a 1576, mantenían la celebración Domingo Pérez, Erustes,
Mesegar y su aldea vecina de El Membrillar. Mesegar, por estas fechas, ya no
pertenecía al señorío de Santa Olalla y había pasado a ser del señorío de
Montalbán, pero su aldea vecina de El Membrillar sí permanecía en el señorío de
Santa Olalla, celebrando ambos núcleos la fiesta del 16 de julio.
Curiosa es su aportación a las relaciones: “Guardase el día del Triunfo de la Cruz de
la batalla, que cae a diez y seis de julio, este voto es muy antiguo, y no
alcanzamos por qué fue”.[4]
[1] BERGANZA, Francisco de: Antigüedades de España propugnadas en las
noticias de sus reyes, Volumen 2. (Imp. Francisco del Hierro. Madrid,
1721). Pág. 572.
[2] ORTIZ Y SANZ, José: Historia general de España, Volumen 3.
Tercera edición. (Imprenta de don Alejandro Gómez Fuentenebro. Madrid, 1846). Pág.
316.
[3] VIÑAS
MEY, Carmelo y PAZ, Ramón: Relaciones
Histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España, hechas por
iniciativa de Felipe II. Reino de Toledo. (Consejo Superior de
Investigaciones Científicas. Madrid, 1951). Págs. de 425.
[4] LÓPEZ
MUÑOZ, Josué: Dieciséis de Julio:
Orígenes, historia, leyenda, tradición y devoción del Santísimo Cristo de la
Caridad de Santa Olalla, en el Octavo Centenario de la Fiesta del 16 de julio
(1212–1598–2012). (Ediciones Andante. Santa Olalla, 2012). Pág. 8.