Luis Mazzantini y Eguia nació en Elgóibar (Guipúzcoa) el 10
de Octubre de 1856. Su padre Giuseppe Mazzantini Varsgucci era natural de Pistoia
(Italia), llego a España como ingeniero empleado en la construcción de la línea
del ferrocarril de San Sebastián a Bilbao, en el País Vasco conoció a la madre
de Luis con la que se casó. Siendo muy niño la familia se traslada a Italia, de
donde regresa con catorce años agregado a la servidumbre que acompaña la corte
de Amadeo de Saboya en 1.870.
Antes de 1880 ocupa el puesto de jefe de estación
ferroviaria en Santa Olalla (Toledo), en la Estación Santa Olalla-Carmena, y
Mazzantini empezó a frecuentar capeas y festejos populares en Santa Olalla y en
los pueblos de la comarca de Torrijos donde suscito gran interés.[1]
Muchas de estas capeas eran organizadas por los empleados de ferrocarriles, su
afición le llevo a abandonar su trabajo en numerosas ocasiones algo que fue
reprendido por la empresa ferroviaria.[2]
Mazzantini fue un hombre inteligente, de espíritu
emprendedor y ambicioso. Estudió en Livorno, Milán y Roma; se gradúa de
bachiller en artes; y se especializa en telegrafía para trabajar en la compañía
de Ferrocarriles. Se une a una compañía de teatro itinerante pero entiende que
no puede sobrevivir como actor y a edad tardía, sin ser antes banderillero,
decide ser torero. Su formación cultural, inusual en los toreros de la época,
le hizo ganarse el apodo de señorito loco.[3]
Al principio no era tomado en serio como torero, era
lidiador mediocre aunque irreprochable en su manera de matar los toros. Como tantos
otros de la época comienza actuando en mojigangas. Estuvo tres años de
novillero, debutó en Madrid con asistencia de la familia real y tomó la
Alternativa en la Maestranza de Sevilla, el 13 de abril de 1884, de la mano de
Salvador Sánchez “Frascuelo”. El mismo año confirma la alternativa en Madrid,
el día 29 de Mayo, Rafael Molina “Lagartijo” es el padrino, fue una buena tarde
y salió a hombros de la plaza. Coincidió con el periodo de dominio absoluto del
Rafael Guerra, “Guerrita” y también alternó con los míticos Lagartijo y
Frascuelo, que se encontraban en la recta final de sus carreras. Fue muy popular
en su época, vestía muy elegante, frecuentaba la ópera y las tertulias
literarias y se codeaba con la alta sociedad y los artistas.[4]
El 16 de junio de 1901 actuó en la corrida de la
Beneficencia en Madrid, brindado el toro al rey Alfonso XIII siendo este el
primer toro que el monarca vio lidiar en su vida.
En mayo de 1904, como capricho, regresó a Santa Olalla donde
se había iniciado su afición y toreó de nuevo pero esta vez rico y famoso.
En la temporada de 1905 se retira de los ruedos
definitivamente. Hacia entonces estas declaraciones: “Marcho a América para despedirme de los aficionados de Méjico y
cumplir un contrato en Guatemala, es casi un viaje de turismo, me acompaña mi
esposa. La temporada próxima termina mi carrera profesional en los ruedos de
toda España. Me retiro”.
El día 19 de Febrero de 1905 Luis Mazzantini torea en la
ciudad de Guatemala, su mujer le espera en Méjico por tratarse de un viaje relámpago
de un día. En el hotel dónde se aloja recibe un teletipo con la noticia del fallecimiento
de la esposa. Sumido en una terrible angustia vuelve a la capital mejicana.
Ante el cadáver, se corta la coleta, la estira y con ella hace una pulsera de
cabello que ciñe a una de las muñecas de la difunta. Nunca volvió a torear, le sacaron
una coplilla que decía:
Usted tiene lo primero
que necesita un torero,
corazón; siguiendo asiní’;
no va usted a ser Mazzantini,
va a ser “don Luis primero”.
Desde su retirada de los ruedos se dedicó a la política, los
toros fueron su recuerdo escondido y su esposa la eterna obsesión. Mazzantini,
de tendencia monárquica, fue nombrado concejal en Madrid en 1906 y
sucesivamente Diputado Provincial de Madrid, Gobernador Civil de Guadalajara y
Ávila y Comisario Jefe de Policía de Madrid hasta 1923 fecha en que llegó al
poder el General Primo de Rivera.[5]
Falleció en Madrid el 23 de Abril de 1926 a los 69 años de
edad, por un infarto al corazón.
A Mazzantini se le recuerda por su singular personalidad
dentro y fuera de las plazas y técnicamente como un gran estoqueador. También
debe ser recordado por haber logrado imponer el sorteo de los toros, ya que
hasta entonces el principal matador (siempre Guerrita), con el beneplácito del ganadero,
escogía las reses que deseaba torear, lo que perjudicaba a los demás matadores.
También logró mejoras en los honorarios de los diestros. Mató algo más de 2700
toros y llegó a ganar seis mil pesetas por corrida en la última década del
siglo XIX.[6]
http://portaltaurino.net/matadores/mazzantini.htm
[4] Lyon, William: Mazzantini, el señorito loco, (El País. 1 de junio de 1994,
Madrid). https://elpais.com/diario/1994/06/01/madrid/770469854_850215.html
[5] Fernández Casado, Antonio: Luis Mazzantini: Ferroviario, estoqueador,
concejal, gobernador civil y comisario de policía, (2014). https://www.taurologia.com/luis-mazzantini-ferroviario-estoqueador-concejal-gobernador-civil-comisario--3082.htm
[6] SÁNCHEZ VIGIL, Juan Miguel y DURÁN
BLÁZQUEZ, Manuel: Luis Mazzantini: El
señorito loco, (Librería Gaztambide. Madrid, 1993).
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