La puerta del sagrario conserva una hermosa y colorida
pintura al óleo que representa uno de los símbolos eucarísticos más antiguos.
El conocido como Pelícano Eucarístico, que en esta ocasión parece en su nido,
con su plumaje blanco, las alas
abiertas, el cuello torcido y picándose el pecho con su propio pico hasta
herirse y sacarse sangre con la que se alimentan sus cuatro crías.
Este símbolo tiene su origen en una antigua leyenda muy
difundida en los bestiarios medievales, según la cual el pelícano, en tiempos
de escasez, nutría a sus crías con la sangre que sacaba de su pecho con su
propio pico. Tan admirable comportamiento condujo a relacionar a esa ave con Jesucristo,
el cual ofrece su propio cuerpo y sangre en la Eucaristía.
Y para terminar un fragmento del himno “Adoro te devote” de Santo
Tomas de Aquino, en el que se menciona al pelícano.
Señor Jesús,
Pelícano bueno,
límpiame a mí,
inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola
gota puede liberar
de todos los
crímenes al mundo entero.
Jesús, a quien ahora
veo oculto, te ruego,
que se cumpla lo que
tanto ansío:
que al mirar tu
rostro cara a cara,
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