Consecuencia de las ofensivas almohades que tuvieron lugar en 1195, fue la batalla de Alarcos. El rey Alfonso VIII, entró en batalla sin esperar los refuerzos prometidos por el resto de reinos peninsulares, estuvo a punto de fallecer y tuvo que retirarse a Toledo por lo que quedó al mando don Diego López de Haro, personaje vinculado a la casa señorial de Santa Olalla. La derrota fue inevitable, pero algunos acusaron a don Diego de permitir la derrota por ciertos recelos con el rey.
Tras la derrota de Alarcos, la frontera castellano-andalusí paso de Sierra Morena a los Montes de Toledo, quedando expuestas al ataque musulmán estas tierras toledanas. Así sucedió en el verano de 1196 cuando el célebre caudillo almohade Muhammád ben-Yacúb, conocido en las crónicas cristianas como Miramamolín, va desde Andalucía a Toledo tomando diversos lugares a su paso. Atacó Santa Olalla, protegida en aquellos siglos de una cerca o muralla. Combatió en Maqueda y llegó a las inmediaciones de Toledo, no obteniendo ningún resultado.
La crónica
cristiana decía "Priso el rey de
Marruecos a Montánchez, e Santa Cruz, e Trugiello, e Placencia, e vinieron por
Talavera, e cortaron el Olivar, e Olmos, Santa Olalla, e Escalona e lidiaron
Maqueda, e no la prisieron, e vinieron cercar Toledo, e cortaron las viñas, e
los árboles, e duraron y X días en el mes de junio".[1]
“Miramamolín entró por tierra de cristianos
destruyendo pueblos y cautivando gentes. Ganó a Montánchez, Santa Cruz,
Trujillo, Plasencia y Escalona con todos los lugares que topaba sin dejar cosa
con vida. Combatió vigorosamente a Talavera, a Santa Olalla, a Maqueda y por
fin a Toledo misma pero no pudo rendirla por la valerosa defensa de sus
moradores. Con todo regresó a las Andalucías cargado de riquezas, ganados y
cautivos”.[2]
Al año siguiente, los musulmanes repitieron las acciones bélicas, pero el resultado fue el mismo, firmando además en ese año 1197 unas treguas de paz, que acabarían con el peligro constante que habían supuesto para Santa Olalla y su entornos estas incursiones almohades.
Definitivamente en
peligro árabe terminó para estas tierras el 16 de julio de 1212 con la victoria
de las Navas de Tolosa. Al tenerse noticia de la preparación de una nueva
ofensiva almohade, Alfonso VIII, después de haber fraguado diferentes alianzas
con la mayoría de los reinos cristianos peninsulares, con la mediación del
Papa, y tras finalizar las distintas treguas mantenidas con los musulmanes,
decide preparar un gran encuentro con las tropas almohades que venían dirigidas
por el califa Miramamolín. El rey buscaba desde hacía tiempo este encuentro
para desquitarse de la grave derrota de Alarcos.[3]
[1] BERGANZA, Francisco de: Antigüedades de España propugnadas en las
noticias de sus reyes, Volumen 2. (Imp. Francisco del Hierro. Madrid, 1721).
Pág. 572.
[2] ORTIZ Y SANZ, José: Historia general de España, Volumen 3. Tercera
edición. (Imprenta de don Alejandro Gómez Fuentenebro. Madrid, 1846). Pág. 316.
[3] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: Dieciséis de Julio: Orígenes, historia,
leyenda, tradición y devoción del Santísimo Cristo de la Caridad de Santa
Olalla, en el Octavo Centenario de la Fiesta del 16 de julio (1212–1598–2012).
(Ediciones Andante. Santa Olalla, 2012). Pág. 8.
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