El empleo o cargo de guardián, que ostentaba en Santa Olalla
por estas fechas fray Alejo de Ciudad Real, en los conventos de la orden
franciscana equivale al cargo prior de cualquiera de las otras órdenes. Sus
funciones se asemejan a las de un prelado para dicho lugar; guardar a sus
hermanos, escuchando sus confesiones y predicar en el territorio que tenía
asignado cada cenobio para pedir limosna en los pueblos comprendidos en él.
Las escuetas
respuestas que los párrocos de Santa Olalla remitieron en 1787[2]
al geógrafo y cartógrafo ilustrado Tomas López de Vargas Machuca (Madrid, 1730
– Madrid, 1802) no debieron satisfacerle y por este motivo insiste en solicitar
nuevas y más completas informaciones a los frailes del convento de Santa
Olalla.[3]
Las primeras informaciones remitidas sobre Santa Olalla a
Tomas López en 1787, dicen así:
Santa Olalla – Esta villa es del Señorío propio del Ilmo.
Señor Conde Orgaz y se compone de doscientos y cincuenta vecinos, tiene dos
parroquias, cuyos titulares son San Julián y San Pedro.
Dista esta villa de la Ciudad de Toledo seis leguas. Tiene
por confirmantes y la rodean a igual distancia de una legua las villas de
Alcabón, Carriches, Domingo Pérez, El Otero, Techada, El Casar, Valverde,
Hormigos, Maqueda y Val de Santo Domingo.
Cerca de esta villa, un arroyuelo muy mediano (pero aunque en
corta cantidad permanente) a la derecha del pueblo agua abajo, sus aguas nacen
a doscientos pasos de él, en el sitio de la Fuente del Rey y caen en el río
Alberche.
En la jurisdicción de este pueblo no hay más arboledas que
las de olivas, cuya planta es de reconocido aprecio, a cuyo fruto propio de
este terreno se junta el que produce la agricultura recogerán por un quinquenio
cada un año, tres mil arrobas de aceite, seis mil fanegas de trigo y a
proporción cebada y demás semillas.
Tiene esta villa un convento de Padres Descalzos de San
Francisco.
Es perseguido este pueblo de terciarias en todo el tiempo, lo
que se atribuye a las humedades del terreno y a la corrupción de las aguas
estancadas en el mencionado arroyo. El número de muertos se puede regular en
cada censo en sesenta y el de nacidos en cuarenta.
Más extensas fueron estas segundas respuestas, de las que transcribimos
el texto íntegro de la carta manuscrita de fray Alejo a Tomas López que
contiene una interesante, curiosa y a veces exagerada descripción de Santa
Olalla, no carente de algunos errores y falsedades:
Santa Olalla - Muy
Señor mío, hace ya más de un mes que remití a vuestra merced las noticias que
en repetidas cartas me ha suplicado. Y discurro vista la última de vuestra
merced que no la ha recibido, por tanto digo que si esta llega a sus manos me
de aviso, de cómo seguramente deberá dirigirse la carta, para repetir las
mismas noticias que en mi anterior. Y excusar a vuestra merced el trabajo de
volverme a escribir, y a mí los portes de unas cartas en que nada intereso,
quedo de vuestra merced, capellán.
Santa Olalla 15 de
febrero de 1789.
Muy señor mío Tomas
López.
-
A don Tomas López
que Dios me guarde, Geógrafo de los Reinos de España en la Villa y Corte de
Madrid.
-
Muy señor mío, en
cumplimiento a lo que a vuestra merced prometí en mi anterior digo:
La villa de Santa
Olalla, por los años de la venida de Cristo fue fortaleza y presidio de la
Grande Macedonia, hoy Maqueda. La fue puesto este nombre por el rey don Alfonso
en agradecida memoria del singular favor que recibió cuando estaba en
Barcelona, se le apareció esta Santa y le reveló que sería del agrado de Dios
la conquista de esta tierra, esperanzado del feliz éxito por esta causa paso
con su ejército a esta provincia; y viendo por primer sitio de sus armas la
rendición de este presidio le puso el nombre de la Santa.
Está situada esta
villa a una legua entre mediodía y poniente de Maqueda, tres leguas al mediodía
de Escalona; tiene a la parte del oriente a los pueblos de Alcabón y Santo
Domingo; a la parte del mediodía con alguna declinación al oriente están las
villas de Carmena y La Mata; de la otra parte de la finca Erustes y Domingo Pérez;
a la parte del poniente están los pueblos del Bravo y Techada; y poco más abajo
caminando de poniente a norte, a una legua larga de esta villa, está la villa llamada
El Casar de Escalona. Fue por muchos años posteriores a la citada conquista
cabeza de muchas aldeas que hoy o ya se hicieron villas o son despoblados, de
estos aún se recogen y se hayan algunos vestigios de sus poblaciones en los
territorios que aún conservan los nombres de sus antiguos pueblos tales como
estos son: La Coraja, El Tapuelo, Zaragatón y Perillana, de tanto número de
aldeas como le estuvieron sujetas solo le ha quedado a Erustes, aunque se
conserva la comunidad de pastos con muchas de las villas que fueron sus aldeas.
Sus campos son
fértiles y abundantes en las cosechas de granos y aceite, en la de vino es
escasa por la escasez de este plantío, no se hayan en todo su territorio otra
especie de plantío que el de olivas y pocas viñas aunque son algunos y muy
buenos los sitios en que con mediana diligencia pudiera conseguirse la
producción de toda clase de frutales, olmos y moreras.
El sitio donde está
fundada esta villa es llano y agradable y fuera mucho más apacible, si por la
parte del norte corriendo de oriente a poniente no bañara sus muros un pequeño
arroyo que estancando sus aguas en balsas, corrompidas estas, exhalan
corrompidas nieblas y vapores y le hacen uno de los pueblos más epidémicos en
terciarias; son de sus trescientos vecinos muy pocos los que anualmente no
padezcan esta clase de calenturas, singularmente padecen estos males los
residentes y no naturales, pues de los naturales se conocen muchos que no las
han padecido con treinta, cuarenta y aun cincuenta años.
Su vecindario hoy es
el de 300 poco más o menos, entre ellos hay familias de esclarecida y notoria
nobleza aunque por la continuación de malos años y escasez de cosechas no se dejan
ver con aquella brillantez que presta el oro y la abundancia de bienes. No
obstante los pueblos y villas comarcanas en todo procuran conformar sus
providencias y disposiciones de gobierno a lo que se ordena y dispone en este ayuntamiento, protestando en esto la
instrucción y respeto de sus habitantes.
No hay en este
pueblo arte mecánico, ni industria alguna floreciente, la labranza es toda la
ocupación de sus habitantes, pero aunque su aplicación es mucha tanto a esta, cuanto
a la cría de ganado de lana y cerdos, es muy poco lo que pueden adelantar a causa
de no ser tierras propias las que laborean, sino es de arrendamientos. Son
poseedores legítimos de la mayor y mejor porción de su término la Santa Iglesia
y Cabildo de Toledo, el convento de San Pedro Mártir de la misma ciudad, varios
conventos de monjas y las comunidades de Guisando de monjes Bernardos, la de
Agustinos de Maqueda que gozan de muy buenas porciones.
Por toda la
circunferencia de esta villa se dejan ver pedazos de la gran muralla que la defendía
y fortalecía. Por la parte que mira a Maqueda permanece, aunque amenazando
ruina, la puerta que llaman de Maqueda en arco y de la misma fabrica que los
fragmentos de la muralla, su grueso es de cuatro varas y su latitud de siete a
ocho. En este arco se mira cada una pintura de Cristo crucificado con San Juan
y la Madre en el pie de la Cruz, de esa colocación o en qué tiempo o por quien
fuese puesto no haya instrumento alguno. Lo singular y que ha hecho llamar la
atención y alguna aunque muy poca devoción, es el que por un discurso de tiempo
casi inmemorial, se ha dejado ver un pájaro de pequeña magnitud, el cual con
sus alas a sacudido el polvo y quitado las telas de araña de que suele cubrirse
a causa de la altura que goza y del sitio pasajero suele cubrirse. Su venida no
ha sido anual, ni en determinada estación, día o mes, pero siempre se ha tenido
como un presagio casi infalible de felicidades y abundantes cosechas. No ha
faltado quien en un manuscrito habiendo visto a esta avecilla y examinado sus
circunstancias no semejantes a las que conocemos y examinado maduramente todas
sus operaciones llegase a escribir era algún ángel enviado del cielo para
reprender a los cristianos por el poco cuidado con las sagradas imágenes. Esta opinión tiene más de paradoja que de
solida pues las razones que alude son muy poco convincentes, lo que es cierto,
si es, que es cosa digna de admiración y de volcar las atenciones y sea pájaro
verdadero, ángel o demonio.
En el centro de este
pueblo se deja ver una plaza de bastante capacidad, adornada de muy buenas
casas; y contigua a ella, está la iglesia de San Pedro. Es templo de mediana
capacidad, aunque de tres naves, su fábrica de mampostería es muy buena, en lo
interior está bien adornado de altares y sagradas imágenes, la más singular de
estas es la de Nuestra Señora de la Piedad la cual está en su capilla que hace
colateral al altar mayor al lado de la epístola; esta imagen es de mediana
estatura, está sentada y con la imagen de Cristo en sus brazos en acción de
imagen de Angustias; la devoción de este pueblo se esmera mucho en su culto,
aunque no hay noticia de algún singular o extraordinario favor concedido por
medio de ella a sus devotos.
A la parte del norte,
con declinación al poniente y casi fuera del pueblo está situada la iglesia de
San Julián, de la misma fabrica que la de San Pedro, pero de mayor magnitud,
más clara y más bien adornada, a los dos lados de su altar mayor, sobre las
gradas y el pavimento de su presbiterio, se dejan ver dos sepulcros elevados,
en que yacen las cenizas de unos de los marqueses de Orgaz, pero se ignora
quienes son, hay en esta misma iglesia una imagen de Cristo crucificado, muy
devota, la cual fue conducida a esta iglesia de la despoblación de Zaragatón.
A la parte del
poniente de esta iglesia se dejan ver gran parte de las murallas que componían
el palacio de los marqueses de Orgaz. Y según lo que aún se deja ver en sus
ruinas es forzoso, fue muy capaz, fuerte y hermoso.
Contiguo a estas
ruinas a la parte también del poniente está el convento de padres franciscanos
descalzos, en su capacidad pequeño y de no buena fabrica, fue fundado a
solicitud de fray Francisco de Odón en el año de 1580 en que los padres de la
provincia de San Gabriel de la misma orden entraron a habitarle hasta el año de
1592, siendo provincial de la de San Joseph fray Joseph de Santa María, le
dejaron los hijos de la de San Gabriel y entraron los de la de San Joseph. En
el año de 1610 siendo provincial fray Andrés de Ocaña, le fue concedido a esta
villa el patronato de este convento, sobre el cual ha habido varias
controversias, más en dicha, goza esta villa del título y como a tales se les
reconoce.
Ni en su fábrica, ni
en su iglesia hay cosa notable, esta es mediana y sus altares antiguos, las
pinturas de estos son de muy buena mano, singularmente la de San Juan Bautista
que está en el altar mayor como titular,
se deja ver en las riveras del Jordán en acción de bautizar a Cristo.
Tiene esta iglesia a
la parte que mira al medio día y entrando por su capilla mayor, una capilla
bastante capaz y muy bien adornada, en la que está colocada una imagen de San
Joseph en una urna pequeña, pero de las más perfectas y agradables que puede
sacar el arte; está en acción de sujetar al Niño Dios, pero con acción tan viva
y tan propia que parece que está riendo; fue la dicha que hizo a este convento
don Baltasar de Mendoza, obispo que fue de Segovia de la casa de los Condes de
Orgaz. Esta capilla fue construida a devoción de los fieles y solicitud de fray
Francisco de Lillo, el cual la vio concluida en el año de 1743 y poco después
fue en ella sepultado.
En el archivo de
este convento hay un Lignum Crucis, que fue pectoral de Sor Samaniego, y le dio
a esta comunidad doña Isabel Samaniego vecina de El Otero.
En el claustro bajo,
a los cuatro ángulos, hay siete cuadros de mayor magnitud y altura, en los
cuales muy al natural se registran pintados varios pasajes de la vida de
nuestro padre San Francisco; aunque todos ellos son de una misma mano y de
bastante primor, el más singular es, aunque más pequeño, el que está colocado
sobre la puerta que del claustro hace tránsito a la portería, se registra el Santo
arrojado a las llamas, desnudo, viendo y poniendo freno a los ímpetus de la
tentación lasciva.
Desde los tiempos de
la fundación de este convento han morado en él muy buenos y ejemplares
religiosos, aunque de estos ha sido grande el número, son muy pocos los que en
él están sepultados de especial virtud; sin duda que en todos los tiempos
anteriores habrá sucedido lo que a la presente, como el convento es tan enfermo
y son tantos los que en él enferman, sucede que no siendo fácil el recuperar en
él la salud perdida, para recuperarla piden asignación a otro convento y
dejando este aunque muchos consiguen salud, son también no pocos los que mueren
fuera de él por los males que en el contrajeron.
Esto y no más es
cuanto puede decirse de este convento, en lo demás es un convento como todos
los otros.
En esta misma villa
entrando por la puerta de Talavera que esta al poniente, a mano derecha como
subimos para la plaza a distancia de la dicha puerta, como de unos treinta
pasos, está el hospital obra muy buena y de bastante capacidad, tiene su
capilla muy bien adornada y con puerta a la calle. Hay en él ocho camas para
enfermos de este pueblo naturales, a los que se les administra todo lo
necesario durante su enfermedad a expensas de las rentas de esta obra pía. Lo más
singular que hay en su fundación es la dotación de una cama, con las mismas
asistencias que las anteriores pero destinada para estudiantes pobres que
pasando a la Universidad de Salamanca, enfermen.
Pagan las rentas de
este hospital a los párrocos que son sus capellanes, una congrua[4]
sustentación, por la asistencia a los enfermos. Y de las mismas rentas se paga médico,
cirujano y botica.
Hay otra fundación o
memoria en esta villa y los frutos que anualmente producen los terrazgos y
olivares en que está fundada deben distribuirse en dotes de doscientos reales
cada uno; pero para la distribución, que se hace por sorteo, deben encontrarse
todos los habitantes de esta villa, sean pobres o ricos, naturales o no
naturales.
Estas en suma son
todas las noticias que he podido adquirir y las que comunico a vuestra meced
con la mayor fidelidad y verdad que me ha sido posible; vuestra merced perdone
y mande cosas de su agrado a este su afecto capellán que desea servirle.
Fray Vicente de
Madridejos [Rubricado].
Predicador
conventual por mandato de su guardián Fray Alejo de Ciudad Real.
-
P. Santa Olalla
Alcabón
Adovea [X]
Aldea de San Andrés [X]
Almenara [X]
Albornaces [X]
Belvis [X]
Berdugales [X]
Cuelgamores [X]
Cespedosa [X]
Coca [X]
Domingo Pérez
Fresno [X]
Fuente de Doña Guiomar [X]
Herustes
Otero
Higuera del Campo [X]
Hornos [X]
Jaén [X]
Malagón
Mesegar
Mata
Membrillar [X]
Perovequez [X]
Retamar que dicen Torrejón [X]
Santa Olalla, cabeza
Soto [X]
San Juan de la Higuera [X]
Sarzuela [X]
Techada
Tierra de Alcabón [X]
Tierras Baptizadas [X]
Torrejón de la Cabrera [X]
Tierras de Diego de la Serna [X]
Villamuñiz [X]
Este
listado de núcleos de población excede los estrictamente pertenecientes al
Señorío de Santa Olalla. Curiosamente omite los municipios vecinos de Carriches
y Alanchete y Valverde. Señala con una X los núcleos que por esas fechas
estaban despoblados.
[1] Biblioteca
Nacional de España: Descripción de
Santa Olalla (Toledo) y alrededores hecha por Fray Alejo de Ciudad Real.
(Santa Olalla, 1789). MSS/7306 (H.357-361) 1000903135.
[2] Biblioteca
Nacional de España: Manuscrito del
Diccionario Geográfico de España de Tomas López, Toledo (II).
[3] LÓPEZ
MUÑOZ, Josué: Santa Olalla en…
Relaciones geográficas y libros de viajes, del siglo XVI al XIX. (Santa
Olalla, 2017). Pág. 73.
[4] Congrua: Adecuado o conveniente. Renta mínima de un oficio
eclesiástico o civil o de una capellanía para poder sostener dignamente a su
titular.
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