domingo, 13 de octubre de 2019

Los orígenes de Santa Olalla, de la Prehistoria al Imperio Romano


Muy pocos datos y muchas conjeturas es lo que podemos ofrecer sobre esta primera etapa de la historia de Santa Olalla. La única conclusión clara es que sus primeros moradores fueron celtas y carpetanos.
Al menos, desde el Paleolítico, el entorno de Santa Olalla fue frecuentado por tribus nómadas, cazadores y recolectores. Algunos pequeños hallazgos arqueológicos en el término municipal así lo demuestran, han aparecido, siempre de forma casual, algunas herramientas y armas de edades líticas.
Posteriormente las tribus nómadas comienzan a asentarse, nuestro pueblo aparece entonces como aldea céltica formada fundamentalmente por pastores trashumantes. Eligieron los celtas esta zona porque estaba situada junto a una de sus más importantes cañadas, la aldea tenía sus chozas y servía de descansadero en la conducción del ganado desde el frío del norte peninsular, al clima templado de la actual Extremadura. Nuestro pueblo les ofrecía su cañada, buenos pastos y agua para el ganado. Con estos datos no se puede dudar afirmación de Fernando Jiménez de Gregorio que en varias ocasiones ha dicho: "Si me preguntase la causa primera de la fundación de Santa Olalla, diría sin vacilar EL CAMINO".[1]
Los celtas fueron, sin duda alguna, los primeros pobladores estables de Santa Olalla.
Hace más de dos mil quinientos años, entorno al siglo V antes de Cristo se instalan en la zona los carpetanos. Este pueblo de origen íbero, fundadores de Ebora (la actual Talavera de la Reina), ocuparon la antigua aldea céltica y vivieron en ella hasta la llegada de los romanos.
            En el siglo II antes de Cristo entran los romanos lo que supuso para la zona mayores avances pero al mismo tiempo un gran coste social, acabando con gran parte de la población indígena y sometiendo al resto a la esclavitud y al pago de importantes tributos.


[1] JIMÉNEZ DE GREGORIO, Fernando: En torno a la geografía e historia de Santa Olalla, (Cofradía Internacional de Investigadores de Toledo. Toledo, 1992). Pág. 127.

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