miércoles, 21 de agosto de 2019

Santa Olalla en la Descripción de Fray Alejo - Las respuestas del guardián del convento franciscano de Santa Olalla al geógrafo Tomas López

El gabinete de manuscritos de la Biblioteca Nacional de España conserva la carta con la descripción que de Santa Olalla hizo Fray Alejo de Ciudad Real, guardián del Convento franciscano de San Juan Bautista de Santa Olalla para remitírsela al geógrafo Tomas López. Está fechada en Santa Olalla el 15 de febrero de 1789.[1]
El empleo o cargo de guardián, que ostentaba en Santa Olalla por estas fechas fray Alejo de Ciudad Real, en los conventos de la orden franciscana equivale al cargo prior de cualquiera de las otras órdenes. Sus funciones se asemejan a las de un prelado para dicho lugar; guardar a sus hermanos, escuchando sus confesiones y predicar en el territorio que tenía asignado cada cenobio para pedir limosna en los pueblos comprendidos en él.
 Las escuetas respuestas que los párrocos de Santa Olalla remitieron en 1787[2] al geógrafo y cartógrafo ilustrado Tomas López de Vargas Machuca (Madrid, 1730 – Madrid, 1802) no debieron satisfacerle y por este motivo insiste en solicitar nuevas y más completas informaciones a los frailes del convento de Santa Olalla.[3]
Las primeras informaciones remitidas sobre Santa Olalla a Tomas López en 1787, dicen así:
Santa Olalla – Esta villa es del Señorío propio del Ilmo. Señor Conde Orgaz y se compone de doscientos y cincuenta vecinos, tiene dos parroquias, cuyos titulares son San Julián y San Pedro.
Dista esta villa de la Ciudad de Toledo seis leguas. Tiene por confirmantes y la rodean a igual distancia de una legua las villas de Alcabón, Carriches, Domingo Pérez, El Otero, Techada, El Casar, Valverde, Hormigos, Maqueda y Val de Santo Domingo.
Cerca de esta villa, un arroyuelo muy mediano (pero aunque en corta cantidad permanente) a la derecha del pueblo agua abajo, sus aguas nacen a doscientos pasos de él, en el sitio de la Fuente del Rey y caen en el río Alberche.
En la jurisdicción de este pueblo no hay más arboledas que las de olivas, cuya planta es de reconocido aprecio, a cuyo fruto propio de este terreno se junta el que produce la agricultura recogerán por un quinquenio cada un año, tres mil arrobas de aceite, seis mil fanegas de trigo y a proporción cebada y demás semillas.
Tiene esta villa un convento de Padres Descalzos de San Francisco.
Es perseguido este pueblo de terciarias en todo el tiempo, lo que se atribuye a las humedades del terreno y a la corrupción de las aguas estancadas en el mencionado arroyo. El número de muertos se puede regular en cada censo en sesenta y el de nacidos en cuarenta.

Más extensas fueron estas segundas respuestas, de las que transcribimos el texto íntegro de la carta manuscrita de fray Alejo a Tomas López que contiene una interesante, curiosa y a veces exagerada descripción de Santa Olalla, no carente de algunos errores y falsedades:
Santa Olalla - Muy Señor mío, hace ya más de un mes que remití a vuestra merced las noticias que en repetidas cartas me ha suplicado. Y discurro vista la última de vuestra merced que no la ha recibido, por tanto digo que si esta llega a sus manos me de aviso, de cómo seguramente deberá dirigirse la carta, para repetir las mismas noticias que en mi anterior. Y excusar a vuestra merced el trabajo de volverme a escribir, y a mí los portes de unas cartas en que nada intereso, quedo de vuestra merced, capellán.
Santa Olalla 15 de febrero de 1789.
Fray Alejo de Ciudad Real [Rubricado].



Muy señor mío Tomas López.
-
A don Tomas López que Dios me guarde, Geógrafo de los Reinos de España en la Villa y Corte de Madrid.
-
Muy señor mío, en cumplimiento a lo que a vuestra merced prometí en mi anterior digo:
La villa de Santa Olalla, por los años de la venida de Cristo fue fortaleza y presidio de la Grande Macedonia, hoy Maqueda. La fue puesto este nombre por el rey don Alfonso en agradecida memoria del singular favor que recibió cuando estaba en Barcelona, se le apareció esta Santa y le reveló que sería del agrado de Dios la conquista de esta tierra, esperanzado del feliz éxito por esta causa paso con su ejército a esta provincia; y viendo por primer sitio de sus armas la rendición de este presidio le puso el nombre de la Santa.
Está situada esta villa a una legua entre mediodía y poniente de Maqueda, tres leguas al mediodía de Escalona; tiene a la parte del oriente a los pueblos de Alcabón y Santo Domingo; a la parte del mediodía con alguna declinación al oriente están las villas de Carmena y La Mata; de la otra parte de la finca Erustes y Domingo Pérez; a la parte del poniente están los pueblos del Bravo y Techada; y poco más abajo caminando de poniente a norte, a una legua larga de esta villa, está la villa llamada El Casar de Escalona. Fue por muchos años posteriores a la citada conquista cabeza de muchas aldeas que hoy o ya se hicieron villas o son despoblados, de estos aún se recogen y se hayan algunos vestigios de sus poblaciones en los territorios que aún conservan los nombres de sus antiguos pueblos tales como estos son: La Coraja, El Tapuelo, Zaragatón y Perillana, de tanto número de aldeas como le estuvieron sujetas solo le ha quedado a Erustes, aunque se conserva la comunidad de pastos con muchas de las villas que fueron sus aldeas.
Sus campos son fértiles y abundantes en las cosechas de granos y aceite, en la de vino es escasa por la escasez de este plantío, no se hayan en todo su territorio otra especie de plantío que el de olivas y pocas viñas aunque son algunos y muy buenos los sitios en que con mediana diligencia pudiera conseguirse la producción de toda clase de frutales, olmos y moreras.
El sitio donde está fundada esta villa es llano y agradable y fuera mucho más apacible, si por la parte del norte corriendo de oriente a poniente no bañara sus muros un pequeño arroyo que estancando sus aguas en balsas, corrompidas estas, exhalan corrompidas nieblas y vapores y le hacen uno de los pueblos más epidémicos en terciarias; son de sus trescientos vecinos muy pocos los que anualmente no padezcan esta clase de calenturas, singularmente padecen estos males los residentes y no naturales, pues de los naturales se conocen muchos que no las han padecido con treinta, cuarenta y aun cincuenta años.
Su vecindario hoy es el de 300 poco más o menos, entre ellos hay familias de esclarecida y notoria nobleza aunque por la continuación de malos años y escasez de cosechas no se dejan ver con aquella brillantez que presta el oro y la abundancia de bienes. No obstante los pueblos y villas comarcanas en todo procuran conformar sus providencias y disposiciones de gobierno a lo que se ordena y dispone  en este ayuntamiento, protestando en esto la instrucción y respeto de sus habitantes.
No hay en este pueblo arte mecánico, ni industria alguna floreciente, la labranza es toda la ocupación de sus habitantes, pero aunque su aplicación es mucha tanto a esta, cuanto a la cría de ganado de lana y cerdos, es muy poco lo que pueden adelantar a causa de no ser tierras propias las que laborean, sino es de arrendamientos. Son poseedores legítimos de la mayor y mejor porción de su término la Santa Iglesia y Cabildo de Toledo, el convento de San Pedro Mártir de la misma ciudad, varios conventos de monjas y las comunidades de Guisando de monjes Bernardos, la de Agustinos de Maqueda que gozan de muy buenas porciones.
Por toda la circunferencia de esta villa se dejan ver pedazos de la gran muralla que la defendía y fortalecía. Por la parte que mira a Maqueda permanece, aunque amenazando ruina, la puerta que llaman de Maqueda en arco y de la misma fabrica que los fragmentos de la muralla, su grueso es de cuatro varas y su latitud de siete a ocho. En este arco se mira cada una pintura de Cristo crucificado con San Juan y la Madre en el pie de la Cruz, de esa colocación o en qué tiempo o por quien fuese puesto no haya instrumento alguno. Lo singular y que ha hecho llamar la atención y alguna aunque muy poca devoción, es el que por un discurso de tiempo casi inmemorial, se ha dejado ver un pájaro de pequeña magnitud, el cual con sus alas a sacudido el polvo y quitado las telas de araña de que suele cubrirse a causa de la altura que goza y del sitio pasajero suele cubrirse. Su venida no ha sido anual, ni en determinada estación, día o mes, pero siempre se ha tenido como un presagio casi infalible de felicidades y abundantes cosechas. No ha faltado quien en un manuscrito habiendo visto a esta avecilla y examinado sus circunstancias no semejantes a las que conocemos y examinado maduramente todas sus operaciones llegase a escribir era algún ángel enviado del cielo para reprender a los cristianos por el poco cuidado con las sagradas imágenes.  Esta opinión tiene más de paradoja que de solida pues las razones que alude son muy poco convincentes, lo que es cierto, si es, que es cosa digna de admiración y de volcar las atenciones y sea pájaro verdadero, ángel o demonio.
En el centro de este pueblo se deja ver una plaza de bastante capacidad, adornada de muy buenas casas; y contigua a ella, está la iglesia de San Pedro. Es templo de mediana capacidad, aunque de tres naves, su fábrica de mampostería es muy buena, en lo interior está bien adornado de altares y sagradas imágenes, la más singular de estas es la de Nuestra Señora de la Piedad la cual está en su capilla que hace colateral al altar mayor al lado de la epístola; esta imagen es de mediana estatura, está sentada y con la imagen de Cristo en sus brazos en acción de imagen de Angustias; la devoción de este pueblo se esmera mucho en su culto, aunque no hay noticia de algún singular o extraordinario favor concedido por medio de ella a sus devotos.
A la parte del norte, con declinación al poniente y casi fuera del pueblo está situada la iglesia de San Julián, de la misma fabrica que la de San Pedro, pero de mayor magnitud, más clara y más bien adornada, a los dos lados de su altar mayor, sobre las gradas y el pavimento de su presbiterio, se dejan ver dos sepulcros elevados, en que yacen las cenizas de unos de los marqueses de Orgaz, pero se ignora quienes son, hay en esta misma iglesia una imagen de Cristo crucificado, muy devota, la cual fue conducida a esta iglesia de la despoblación de Zaragatón.
A la parte del poniente de esta iglesia se dejan ver gran parte de las murallas que componían el palacio de los marqueses de Orgaz. Y según lo que aún se deja ver en sus ruinas es forzoso, fue muy capaz, fuerte y hermoso.
Contiguo a estas ruinas a la parte también del poniente está el convento de padres franciscanos descalzos, en su capacidad pequeño y de no buena fabrica, fue fundado a solicitud de fray Francisco de Odón en el año de 1580 en que los padres de la provincia de San Gabriel de la misma orden entraron a habitarle hasta el año de 1592, siendo provincial de la de San Joseph fray Joseph de Santa María, le dejaron los hijos de la de San Gabriel y entraron los de la de San Joseph. En el año de 1610 siendo provincial fray Andrés de Ocaña, le fue concedido a esta villa el patronato de este convento, sobre el cual ha habido varias controversias, más en dicha, goza esta villa del título y como a tales se les reconoce.
Ni en su fábrica, ni en su iglesia hay cosa notable, esta es mediana y sus altares antiguos, las pinturas de estos son de muy buena mano, singularmente la de San Juan Bautista que está en el altar mayor  como titular, se deja ver en las riveras del Jordán en acción de bautizar a Cristo.
Tiene esta iglesia a la parte que mira al medio día y entrando por su capilla mayor, una capilla bastante capaz y muy bien adornada, en la que está colocada una imagen de San Joseph en una urna pequeña, pero de las más perfectas y agradables que puede sacar el arte; está en acción de sujetar al Niño Dios, pero con acción tan viva y tan propia que parece que está riendo; fue la dicha que hizo a este convento don Baltasar de Mendoza, obispo que fue de Segovia de la casa de los Condes de Orgaz. Esta capilla fue construida a devoción de los fieles y solicitud de fray Francisco de Lillo, el cual la vio concluida en el año de 1743 y poco después fue en ella sepultado.
En el archivo de este convento hay un Lignum Crucis, que fue pectoral de Sor Samaniego, y le dio a esta comunidad doña Isabel Samaniego vecina de El Otero.
En el claustro bajo, a los cuatro ángulos, hay siete cuadros de mayor magnitud y altura, en los cuales muy al natural se registran pintados varios pasajes de la vida de nuestro padre San Francisco; aunque todos ellos son de una misma mano y de bastante primor, el más singular es, aunque más pequeño, el que está colocado sobre la puerta que del claustro hace tránsito a la portería, se registra el Santo arrojado a las llamas, desnudo, viendo y poniendo freno a los ímpetus de la tentación lasciva.
Desde los tiempos de la fundación de este convento han morado en él muy buenos y ejemplares religiosos, aunque de estos ha sido grande el número, son muy pocos los que en él están sepultados de especial virtud; sin duda que en todos los tiempos anteriores habrá sucedido lo que a la presente, como el convento es tan enfermo y son tantos los que en él enferman, sucede que no siendo fácil el recuperar en él la salud perdida, para recuperarla piden asignación a otro convento y dejando este aunque muchos consiguen salud, son también no pocos los que mueren fuera de él por los males que en el contrajeron.
Esto y no más es cuanto puede decirse de este convento, en lo demás es un convento como todos los otros.
En esta misma villa entrando por la puerta de Talavera que esta al poniente, a mano derecha como subimos para la plaza a distancia de la dicha puerta, como de unos treinta pasos, está el hospital obra muy buena y de bastante capacidad, tiene su capilla muy bien adornada y con puerta a la calle. Hay en él ocho camas para enfermos de este pueblo naturales, a los que se les administra todo lo necesario durante su enfermedad a expensas de las rentas de esta obra pía. Lo más singular que hay en su fundación es la dotación de una cama, con las mismas asistencias que las anteriores pero destinada para estudiantes pobres que pasando a la Universidad de Salamanca, enfermen.
Pagan las rentas de este hospital a los párrocos que son sus capellanes, una congrua[4] sustentación, por la asistencia a los enfermos. Y de las mismas rentas se paga médico, cirujano y botica.
Hay otra fundación o memoria en esta villa y los frutos que anualmente producen los terrazgos y olivares en que está fundada deben distribuirse en dotes de doscientos reales cada uno; pero para la distribución, que se hace por sorteo, deben encontrarse todos los habitantes de esta villa, sean pobres o ricos, naturales o no naturales.
Estas en suma son todas las noticias que he podido adquirir y las que comunico a vuestra meced con la mayor fidelidad y verdad que me ha sido posible; vuestra merced perdone y mande cosas de su agrado a este su afecto capellán que desea servirle.
Fray Vicente de Madridejos [Rubricado].
Predicador conventual por mandato de su guardián Fray Alejo de Ciudad Real.
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P. Santa Olalla
Alcabón
Adovea [X]
Aldea de San Andrés [X]
Almenara [X]
Albornaces [X]
Belvis [X]
Berdugales [X]
Cuelgamores [X]
Cespedosa [X]
Coca [X]
Domingo Pérez
Fresno [X]
Fuente de Doña Guiomar [X]
Herustes
Otero
Higuera del Campo [X]
Hornos [X]
Jaén [X]
Malagón
Mesegar
Mata
Membrillar [X]
Perovequez [X]
Retamar que dicen Torrejón [X]
Santa Olalla, cabeza
Soto [X]
San Juan de la Higuera [X]
Sarzuela [X]
Techada
Tierra de Alcabón [X]
Tierras Baptizadas [X]
Torrejón de la Cabrera [X]
Tierras de Diego de la Serna [X]
Villamuñiz [X]

Este listado de núcleos de población excede los estrictamente pertenecientes al Señorío de Santa Olalla. Curiosamente omite los municipios vecinos de Carriches y Alanchete y Valverde. Señala con una X los núcleos que por esas fechas estaban despoblados.
 



[1] Biblioteca Nacional de España: Descripción de Santa Olalla (Toledo) y alrededores hecha por Fray Alejo de Ciudad Real. (Santa Olalla, 1789). MSS/7306 (H.357-361) 1000903135.
[2] Biblioteca Nacional de España: Manuscrito del Diccionario Geográfico de España de Tomas López, Toledo (II).
[3] LÓPEZ MUÑOZ, Josué: Santa Olalla en… Relaciones geográficas y libros de viajes, del siglo XVI al XIX. (Santa Olalla, 2017). Pág. 73.
[4] Congrua: Adecuado o conveniente. Renta mínima de un oficio eclesiástico o civil o de una capellanía para poder sostener dignamente a su titular.

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