miércoles, 25 de enero de 2017

Diego de Sandoval, un conquistador eulaliense

Diego de Sandoval y la Mota (Santa Olalla, 1505 – Quito, 1580) nació en la villa de Santa Olalla, arzobispado de Toledo, hacia 1505 en el seno de una familia hidalga, sus padres fueron Gonzalo de Sandoval y San Pedro e Inés de la Mota. En Santa Olalla tuvo casa con escudo en la fachada con las armas de sus antepasados.

En 1522, con apenas 17 años, cruzó el Atlántico hasta el recién descubierto continente americano. Junto a Pedro de Alvarado partió hacia la conquista de Guatemala, pagando caballo y armas. Participó en la fundación de la ciudad de Santiago de los Caballeros y a continuación, se estableció en Cuzcatán.

Diez años después, en 1533, embarcó rumbo a Quito, nuevamente junto a Pedro de Alvarado, llevando numerosos esclavos de ambos sexos, muchos de los cuales murieron a consecuencia de las enfermedades y el frío al traspasar la cordillera de los Andes. Primero llegó a las costas de lo que hoy es Ecuador en la provincia de Manabí, luego tuvo que atravesar la densa selva alrededor del río Guayas para llegar a la parte inferior de los Andes. Llegaron a un paso llamado Liribamba, donde Sandoval y sus hombres encontraron a otro conquistador, Sebastián de Benalcázar, a cuyas fuerzas se unió. Sandoval y Benalcázar pronto se hicieron amigos y con sus fuerzas avanzaron sobre la resistencia de Rumiñahui y sus hombres, que se habían hecho cargo de las fuerzas incas después de la muerte de Atahualpa. Por estos méritos nombre de Diego de Sandoval aparece grabado en los muros de la Catedral Metropolitana del Ecuador.
Carta de concesión de Escudo de Armas
a Diego Sandoval y la Mota
Concesión de Felipe II - Año 1567

El 6 de diciembre 1534 Diego de Sandoval fue uno de los primeros “Vecinos”, ciudadanos con derecho, para recibir un pedazo de tierra en el recién fundado San Francisco de Quito (actual capital de Ecuador). Al año siguiente se fue con Benalcázar a recuperar el contacto con los españoles que se habían quedado en Santiago (hoy Santiago de Guayaquil) y pacificar la región alrededor del río Guayas. Luego marcharon a San Miguel de Piura a través de la tierra de los Cañari.

Sandoval de unió a una inca llamada “Coya” a la que bautizaron con el nombre de Francisca, vivió con ella sin oficialmente casarse y luego regresó a Quito. De acuerdo con el investigador John Hemming, experto en la cultura inca,  Sandoval capturó a un grupo de fugitivos incas entre los que estaba la hermana de Atahualpa que fue bautizada como Doña Francisca Coya.  Coya era un apelativo común entre las mujeres principales de los Incas.

Fue llamado por Francisco Pizarro para contestar algunas acusaciones que no han quedado especificadas, pero al llegar encontró que Lima había sido sitiada por una revuelta indígena. Con sus hombres desalojó a las fuerzas que la rodeaban desde el cerro de San Cristóbal, obteniendo así las gracias y la absolución de Pizarro. De inmediato regresó a Quito en busca de más hombres para detener la revuelta en Perú, pero el líder actual de la ciudad se opuso por lo que tuvo que ir a la provincia de Cañar (que estaba bajo su mando) para la contratación de 500 guerreros. Los Cañari habían resistido históricamente las invasiones incas y después de haber sufrido mucho bajo su imperio estaban ansiosos por ayudar a los españoles. Después de una larga lucha en la que logró someter la revuelta y negociar la paz entre las facciones que combaten en las tierras altas Mamaicanta.

En 1536 “La Coya” dio a luz a una hija, bautizada como Eugenia, quien años más tarde, obtuvo una concesión real de Carlos I confirmando sus derechos (Real Cédula de legitimación), para que pudiera casarse con el capitán Gil de Rengifo.

En 1537 fue nombrado Alguacil Mayor de Quito y aumentó sus tenencias de la tierra en Mulaló, Pomasqui y otras áreas alrededor de Quito. En ese año también obtuvo título de Alférez que le permitió llevar la bandera del rey.

En 1538 recibió una confirmación de Pizarro de su “encomienda” de los Cañaris y en 1539 demostró aún más sus servicios a la corona en lugares como Cuzco y Popayán. Perdió todos sus mandamientos y fue llevado prisionero a Lima durante el levantamiento de Gonzalo Pizarro.

Alrededor de 1541 se encontró con su amigo Alonso de Fuenmayor en la ciudad de Pasto y entró en el negocio de la cría de cerdos, obtuvo mucho éxito con esta empresa. Fue a Cali y encontró compradores para un rebaño de ovejas que había traído desde el sur y consiguió el dinero suficiente para convencer a Benalcázar de que lo nombrara Gobernador y Capitán General de Nevia. Luego se unió a las fuerzas de Vaca de Vega que había sido enviado por la corona para castigar a Almagro.

En 1543 presentó los títulos y los comandos que Benalcázar le había dado, pero tuvo que enfrentarse a varias autoridades locales con el fin de conseguir la legalización. A través de todas estas tribulaciones mantuvo su sentido de los negocios y adquirió muchas propiedades de tierra como pago por su apoyo a la corona y sus representantes. Alrededor de 1545 fue nombrado Teniente Gobernador y Capitán General de Anserma y ayudó a la ahora virrey Blasco Núñez Vela en sus expediciones y conquistas con su propio dinero.

Este mismo año se casó con doña Catalina Calderón de Robles con la que tuvo dos hijas en Quito, Ana y Juana.

En 1458 viajó a Lima, se le dio de nuevo “encomiendas” en Mulaló y Pomasqui (cerca de Quito) y regresó a Quito con su familia.

Alrededor de 1550 se convirtió en el dueño de la zona conocida como Mullihambato y de ranchos dedicados a la crianza y comercialización de ganado: ovejas, cabras, vacas y cerdos. El gobierno de la ciudad de Quito le dio una marca especial para distinguir sus animales y derechos especiales para su venta en la región.

Hay poca información desde 1550 hasta 1559, pero en ese año regresa a Quito y se convierte en “Regidor Perpetuo de su Cabildo”. En ese momento comenzó la construcción de la capilla de San Juan de Letrán junto a la iglesia de la Merced en Quito, dos años más tarde, en 1561 el Papa Pío IV aprobó dicha construcción. En 1562 el rey Felipe II, confirmó su nombramiento como Regidor Perpetuo.

Alrededor de 1565 regresó a España para descansar de sus terribles experiencias americanas; visitó Toledo y Santa Olalla, el lugar donde nació. En 1567 el rey Felipe II le dio su propio escudo de armas, en el que refleja algunas de sus hazañas, como la ruptura del cerco de Lima. En 1568 regresó a Quito llevando con él muchas decoraciones para la capilla que había construido, incluyendo un par de pinturas de Tiziano y varias reliquias.

En 1577 su encomienda de Mulaló fue confirmada por dos vidas por la corona y el 29 de mayo 1580 escribió su testamento en Quito ante el escribano Juan Carrillo. Sus tierras en Mulaló se dividieron entre varios herederos y parte de ellas las cedió a los indios que vivían allí. Fundó un Mayorazgo a favor de su hija Ana y sus descendientes que llevaran su nombre y apellido. Murió unos días después en la casa de su yerno, Miguel Fernández de Sandoval, era su confesor Fray Luis de la Cuadra y fue enterrado en la capilla que había construido con ese propósito.


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